La ministra Vélez
El país ha vivido una histórica tensión entre la tecnocracia y la conformación de un gabinete político, porque para algunos es más importante conectarse con el discurso, la comunicación y las realidades del pueblo, que tener conocimiento técnico sobre un tema. A la ministra no se le puede pedir que encaje en ese molde injusto e incómodo que hay que romper en la política, pero sí tendrá que comunicar mejor sus ideas, así como asumir que la prensa es fundamental para su trabajo y para Colombia.
A Colombia le encantan los ministros y las ministras que tienen una respuesta políticamente correcta para todo, que torean como profesionales cualquier pregunta que les hagan y que manejen los medios con gran destreza; cualquiera que se salga de ese molde pecará por ser impopular e incluso ignorante de la realidad política o de los temas propios de sus carteras. En este contexto, a muchas de las mujeres que han llegado al poder les ha tocado acomodarse en ese estado de cosas convencional, pues el escrutinio público siempre ataca con mayor vehemencia a las mujeres, juzgando con severidad su vestimenta, su peso, su tono de voz y su discurso. Bajo la lupa de esta realidad política innegable aparece la ministra de Minas, Irene Vélez, una mujer preparada e inteligente que al parecer desconoce los códigos o reglas de uso político que tendrá que sortear.
Este dilema no es nuevo, pues una de las mayores frustraciones de la academia es lo difícil que resulta pasar de ser un connotado profesor universitario, a tener un cargo político que implique dialogar y controvertir con todo el país, especialmente con los medios, pues estos van creando en la opinión pública imaginarios de funcionarios que pueden corresponder o no con el talante de estos. Que la ministra haya decidido dejar a medias una rueda de prensa porque no le gusta la forma o las preguntas que le están haciendo, no es la mejor estrategia porque si el trabajo de los periodistas es hacer las preguntas difíciles, el de ella es responderlas.
Por otro lado, a pesar de que la teoría del decrecimiento económico no es nueva y tampoco es producto de la imaginación de la ministra, la forma en la que fue comunicada esta idea y en el foro en el que lo hizo muestra que es necesario que fortalezca sus estrategias de comunicación política, porque nunca será lo mismo hablarle a todo un país de una teoría que popularmente nadie conoce que explicarle a un salón de clase de que se trata este tema.
Ahora, que la ministra no haya comunicado en debida forma una idea que para muchos tiene sustento, no la hace una mujer bruta, ignorante o desconocedora del tema, adjetivos que le han atribuido que solo muestran lo difícil que es ser una mujer académica en la política y lo rápido que pueden ser algunos para restarle todo mérito a una persona.
El país ha vivido una histórica tensión entre la tecnocracia y la conformación de un gabinete político, porque para algunos es más importante conectarse con el discurso, la comunicación y las realidades del pueblo, que tener conocimiento técnico sobre un tema. A la ministra no se le puede pedir que encaje en ese molde injusto e incómodo que hay que romper en la política, pero sí tendrá que comunicar mejor sus ideas, así como asumir que la prensa es fundamental para su trabajo y para Colombia.
@tatidangond
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