Hace unas semanas en un conversatorio en el que participaron empresarios, académicos y políticos, hablando de educación y empresa en Colombia, surgió un dato que merece atención: quienes están en los estratos 4, 5 y 6 tienen una mayor inclinación a emprender que las personas de los estratos 1, 2 y 3. Esto puede darse por múltiples razones que van desde facilidades económicas hasta el acceso a formación en temas de empresa. Al respecto, valdría la pena que tanto el sector educativo como el sector empresarial tuvieran estos elementos en cuenta para impulsar un mercado en el que las posibilidades de emprender estén al alcance de todos y la innovación sea un motor para la equidad en el país.

Según un reportaje de la Revista Dinero los emprendimientos aportan 2,8 billones de dólares al año en la economía mundial y crean la mitad de los empleos de los países de la OCDE. En este panorama global Colombia se ha posicionado como uno de los países de Latinoamérica más aptos para emprender, por lo que ha sido clasificado por StartupBlink como el país número 46 a nivel mundial en ecosistemas de emprendimiento.

Ahora, para que el emprendimiento en Colombia sea una herramienta efectiva en la reactivación económica y la superación de la crisis actual, será necesario que el Estado adopte una normativa mucho más flexible, de modo que se genere confianza a la hora de innovar. En la búsqueda de un sistema acorde a las necesidades del mercado, el Estado deberá instruir a los órganos de control y vigilancia para facilitar trámites, evitar prohibiciones innecesarias y utilizar la tecnología como una herramienta para optimizar procesos y garantizar seguridad.

También, será necesario que cada vez más se facilite el acceso a formación en temas de innovación y emprendimiento, que pueden ir desde aprender a programar hasta cómo crear empresas de gestión cultural. Sobre esto, el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones juega un papel fundamental, pues si bien actualmente sus cursos y programas gratuitos llegan a un sinnúmero de personas de todo el país, se deberá analizar cómo llegar a sectores de la sociedad donde hay menor interés en emprender.

Ahora bien, hay otras iniciativas que juegan un papel fundamental en la creación de ecosistemas aptos para el emprendimiento y la creación, como las aceleradoras de startups. Un buen ejemplo es MacondoLab que ha servido de aliado para acceder a convocatorias, apoyos, acceso al conocimiento y a herramientas tecnológicas para emprendimientos en Barranquilla.

Algo más: últimamente he visto como se han popularizado testimonios de varios emprendedores ofendidos porque se acercan personas a preguntarles sobre su modelo de negocio o sobre información sobre de sus proveedores. Qué maravilla es compartir información, intercambiar datos y que las ideas estén sujetas a la necesidad de mejorar según lo marque la competencia o el mercado.

@tatidangond