Esta idea que empezó a sonar nuevamente por una intervención del director ejecutivo de la Federación Colombiana de Municipios, Gilberto Toro, tendría como propósito lograr la unificación de elecciones de Presidencia y Congreso, con las elecciones de los entes territoriales. La pretensión de que todas las jornadas electorales se desarrollen en un mismo año está fundada en la disminución de costos que ello conllevaría para la Nación, así como en un mejor manejo de la ley de garantías, que limita la contratación pública en los meses previos a la contienda electoral. Ante esta iniciativa ha habido un rechazo general incluso de miembros de partidos de la coalición del Gobierno, por considerarse que sería un golpe de Estado presidencial y parlamentario.
Aunque parece que la atención de la agenda nacional se ha volcado a otros temas de mayor relevancia, como el informe de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre las ejecuciones extrajudiciales cometidas durante el conflicto armado, lo cierto es que este asunto merece cuidado y atención. Si las reformas constitucionales tuvieran un club de fans, este sería liderado por el uribismo, frente a lo cual se podría sostener que tal como lo describe Hernando Valencia Villa en su libro Cartas de Batalla, hay una estrategia ideológica preventiva del cambio social a través del reformismo constitucional.
Por eso y porque estamos en una pandemia, una decisión de esta índole podría calar entre el Gobierno, con el agravante de que este ha acumulado un inmenso poder en los diferentes niveles del Estado. El lector de esta columna se preguntará qué tiene que ver la pandemia con el riesgo latente de una extensión del periodo parlamentario y presidencial; la relación está ligada a la vacuna. Como lo dijo en su columna del pasado viernes Ricardo Silva Romero, la historia del país da cuenta de que Colombia no es una nación seria, y hemos visto cómo Duque invitó a inicios de año a no hacer política con las vacunas contra la covid-19, y luego vemos en redes una selfies del Gobierno recibiendo las vacunas de Pfizer haciendo la señal de V de victoria. Si este gesto como muchos otros no es hacer política con la vacunación, entonces nada lo será.
El riesgo que enfrentamos todos los colombianos es que las próximas elecciones estén mediadas por un ejercicio de proselitismo que resulte poco ético de cara a la pandemia y a la salud de la población. Situación política a la que sin duda tendremos que enfrentarnos, o bien por la estrategia que implemente el partido de gobierno para permanecer en la Casa de Nariño, o por las promesas que pueda llegar a hacer la oposición para superar la peor crisis económica que ha vivido el país. En cualquier caso, será preferible vivir una contienda electoral variopinta, con las alianzas que se tengan que dar en la izquierda o en la derecha, a no tener elecciones del todo.
@tatidangond