Ciertas discusiones de género que se piensan como cuestiones de menor importancia aún siguen sin abordarse en el país – y me atrevería a decir que en gran parte de América Latina, bien porque todavía hay temas que no hemos podido superar como sociedad, como lo es la violencia contra las mujeres, o porque hay cierta resistencia a explorar y reconocer escenarios del día a día en los que las mujeres somos el blanco de políticas, ideas o pensamientos machistas. Dentro de estos temas figuran hechos como los protocolos de vestimenta de las mujeres en las empresas, la banalización y ridiculización de la mujer en grupos cerrados de hombres en WhatsApp o los comentarios sexistas en esferas laborales que se disfrazan de galantería. Leyendo un artículo recientemente publicado en el portal inglés The Guardian, que planteaba un análisis del sexismo al que han estado sujetas trabajadoras de empresas como Harrods o British Airways por los códigos de vestimenta exigidos, noto como aún en nuestros países no hemos hecho esta misma reflexión: la de cuestionarnos si en el día a día mujeres implícita o explícitamente obligadas a trabajar jornadas laborales completas en tacones, no han sido víctimas de exigencias estéticas que serían impensables para los hombres.

Bien se dice que hay una estrecha relación entre la ética y la estética y que hay trabajos como el ejercicio de la labor diplomática que universalmente establecen unos códigos de vestimenta, pero lo cierto es que esto es la excepción, y por regla general las mujeres en diferentes escenarios laborales se han sentido históricamente obligadas a vestirse de cierta forma. El error ha sido desconocer que detrás de muchas reglas de protocolo y etiqueta hay una visión de lo que debe ser la mujer, su forma de vestirse y las tradicionales “buenas maneras” que corresponden al estereotipo de una mujer que representa la minoría. Ahora, ante este tipo de dinámicas cabe preguntarse qué puede hacer el feminismo como estrategia para que las mujeres en el mercado laboral no se vean afectadas por este tipo de imposiciones. Como respuesta a esto, he encontrado un manual de mujeres en el trabajo escrito por la periodista del New York Times, Jessica Bennett, titulado El club de la lucha feminista. Un libro que aborda y plantea soluciones a cuestiones que enfrentamos las mujeres en el día a día y en la vida laboral, estrategias que van más allá de rechazar lo que pasa, buscando aliados, planteando posturas y evitando caer en conductas que son autodestructivas.

Este libro que me ha parecido muy pertinente, pues pasa de la discusión teórica a lo práctico, hace parte de una serie de iniciativas que desde el feminismo se deben retomar. Esto, dado que es necesario, además de entender la realidad que enfrentamos, buscar salidas que vayan de la mano del éxito y la competitividad profesional.

@tatidangond