Aún quedan periodistas, columnistas, y manejadores de redes que insisten en criticar al gobierno por lo que fuere, ignorando que nos encontramos en estado de crisis, y no en la manida situación de los virulentos ataques. Duque es el presidente de los colombianos y, si le va bien, nos irá bien a todos. Se ha dicho y repetido en todo el mundo: Este no es un problema sólo de gobiernos y gobernantes, sino un problema de TODOS, y debemos empujar el carro en la misma dirección: en la dirección de la vida.
Hay en esto tal conciencia política, que hasta Petro apoya las decisiones del gobierno. Ya están tomadas y operando las fundamentales, las dirigidas a disminuir la velocidad de la cadena de contagio: cierre de fronteras, confinamiento, y seguimiento a los infectados. Son las adecuadas, y oremos porque con el concurso, solidaridad, y disciplina de todos, obtengan el resultado esperado, cual es el de minimizar los desenlaces fatales.
Hay que resaltar la gran abnegación y sacrificio de médicos y auxiliares. Y las acciones de dos alcaldes: Claudia López, de Bogotá, y Jaime Pumarejo, de Barranquilla. López nos resultó goda: Con autoridad y firmeza impuso sus medidas, un exitoso simulacro que armonizó con el confinamiento nacional. Además, con lenguaje claro y simple, casi costeño, sin los perendengues del discurso cachaco. Y nuestro alcalde Pumarejo, que a todos sorprendió gratamente por sus inteligentes planteamientos, su cordial firmeza, su claridad y su fluidez verbal, continuamente informando las oportunas y adecuadas medidas, y los pasos a seguir. Bien por él. Para destacar también el gesto de Tecnoglass, que ofreció a su gente continuar pagándoles el salario no importa que la cuarentena los obligue a suspender, la propia solidaridad social que debería contagiar a otros empresarios. Por ejemplo a los banqueros, los Sarmientos y afines (ellos siempre se salvan) que año tras año exhiben multimillonarias utilidades, pero nada sacrifican, las fórmulas que ofrecen no son generosas ni solidarias, sólo difieren el negocio, no congelan cuotas, no consideran las angustias del cliente.
Es que el confinamiento limita la velocidad del contagio, pero golpea la capacidad de ingreso, sobre todo a los pequeños empresarios y a los profesionales y trabajadores independientes, que quedan como sánduche: Abajo quienes viven de la economía informal y del rebusque, que se verán apoyados por los anunciados mayores aportes a los programas de Familias y de Jóvenes en Acción, lo de la devolución del IVA y otros; y arriba las grandes empresas. Buena propuesta sería que la nación y los territorios sacrifiquen rubros de obras civiles para destinarlas a pagar servicios públicos, congelar arriendos, cuotas, y obligaciones sustanciales.
Falta mucho por ajustar y aclarar, como el nuevo Decreto 444 (anunciado cuando esto se escribe) que por apelar a fondos regionales luce súper centralista, equívoco, y como favoreciendo a la banca. Seguro Duque lo replanteará con equidad. Pero por lo pronto, podemos decir que vamos bien.
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