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Opinión

Cristalería de recuerdos

Por definición los recuerdos son la memoria de algo pasado. Es el disparo conjunto de un grupo de neuronas. Se forman en el hipocampo, estructura profunda que llamamos la imprenta del cerebro. Tiene una función especial: edita con imágenes recientes las experiencias del pasado. Sin embargo, su almacenamiento se hace en la corteza prefrontal, área que está encima de las cejas. Ella sería el bibliotecario que las organiza.

El error más común es pensar los recuerdos como un almacén de fotos o una cámara de videos que muestra la misma imagen o película cada vez que la proyectamos. Al verlos hay una dinámica que modifica y proyecta hacia donde nuestra emoción empuja que vaya. Esto se conoce como proceso de reconstrucción. Somos testigos de un hecho: registramos el evento y cuando lo contamos tiene algunas diferencias. Si le pedimos a alguien que refiera nuevamente la historia, partiría de la última vez que la contó y no de la foto original. La historia genuina ha tenido ya algunos “retoques”. Hoy sabemos que este relato la memoria lo imprime y con ese recuerdo modificado queda editado en el cerebro. La última y nítida versión, lista, para su narración subsiguiente. ¡Recordar un momento es reconstruirlo!

Hay múltiples publicaciones que han comprobado cómo los recuerdos sufren la influencia de las emociones. Loftus (2013, Medalla de Oro a la Trayectoria Científica) hizo un estudio y demostró como las preferencias políticas distorsionan los recuerdos. Se mostraron a los sujetos del ensayo imágenes comprometidas de líderes políticos. Los grupos de evaluación eran republicanos y demócratas. Los criterios de culpabilidad se incrementaron cuando a quien mostraban en la foto pertenecía al grupo político opuesto del individuo que juzgaba.

Hay algo fascinante y preocupante en la memoria, la implantación de los recuerdos falsos. En la medida que los grupos de estudios van contando historias se les implantan recuerdos falsos dentro del relato. Prototipo, Buggs Bunny en la historia de un viaje a Dysneylandia. Esto no es posible: el conejo pertenece a Warner Bross su gran rival. Los individuos terminaban contando que en el viaje a Disney que hicieron habían hablado con Mickey Mouse (cierto) y Buggs Bunny (recuerdo falso implantado). Pues bien, los recuerdos falsos proliferan cuando el terreno donde se implantan está lleno de creencias y convicciones que nos motivan. La implantación del recuerdo falso en el relato que cambia la conducta y modifica preferencias en el presente.

La persuasión, sugestión e imaginación originan credos no ciertos y estos los recuerdos falsos. Las lagunas de memoria, normal, hacen que el individuo sea vulnerable a llenarla de información manipulada. Es lo que se denomina el cálculo de probabilidad: los recuerdos, la experiencia y las circunstancias ambientales presentan la nueva película. La mente combina las experiencias pasadas y los momentos recientes. La memoria no es una cámara fotográfica. Estas publicaciones sobre los recuerdos nos han llevado a plantear dudas sobre la maravillosa memoria. Esta es dinámica y cambiante, es incapaz de reproducir exactamente los hechos. ¿Hasta qué punto somos testigos fidedignos?

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