Ganó el mejor. Sin duda. Se podrá discutir si Tuchel debía sacar a Di María, si dejó demasiado tiempo a Mbappe, que reflejaba desgaste, y si tenía que recurrir al argentino Icardi, goleador del PSG en esta Champions (con los mismos cinco goles de Mbappe), pero no la superioridad de este Bayern ordenado, colectivo, intenso, demoledor, dominante, dictatorial, contundente, aplastante.
La sensación que queda, sobre todo en el segundo tiempo (el primero resultó más parejo) es que hiciera lo que hiciera el técnico del club francés, salvo una inspiración aislada de Neymar o Mbappe, la escuadra alemana iba a terminar imponiendo su ritmo inaguantable. Siempre presionando, corriendo, luchando, sudando y jugando. Sobre todo jugando.
Bayern no es solo un grupo de atletas que pueden competir en una carrera de fondo, es una afinada orquesta que le arma la fiesta a cualquier rival y ante el menor descuido. Un parpadeo y… ¡boom! Destruyen lo que tengan en frente. El que se duerme, lo despiertan a punta de goles. Pregúntenle al Barcelona con su vergonzoso 8-2. Y al Tottenham por el no menos sonrojante 7-2.
El conjunto bávaro anotó 43 goles en 11 partidos (todos ganados, un récord inédito en la historia de la Champions). Es un equipo en todo el sentido de la palabra y ahí radica su éxito. Por eso ganó todos los trofeos que disputó (Liga, Copa y Champions).
En medio de toda esa fortaleza colectiva, hay varios jugadores que se destacaron: Neuer, con sus atajadas providenciales; Thiago Alcántara, con la claridad para regar el balón (como lo aprendió en el Barcelona de un maestro como Xavi), Lewandowski, con su inagotable y asombrosa producción goleadora (fue el goleador del torneo con 15 tantos) y, por su puesto, Thomas Muller, como el más claro ejemplo de lo que es un jugador de dos áreas.
Muller aparece defendiendo ante el cobro de un tiro de esquina y unos segundos después ya está en el arco rival habilitando a Lewandowski. Presiona por izquierda, se tira en plancha por derecha, centra, remata, cabecea. Está en todas. Es omnipresente en la cancha. Se pone el overol, pero también se viste de frac. Derrumba y crea. Defiende y ataca. Con su carácter, empuje y un admirable estado físico (próximo a cumplir sus 31 años de edad), lleva la bandera de este Bayern incontestable.
Este año la revista France Football no entregará el Balón de Oro por la pandemia. Lástima. Muller es un jugador completo y también, como Lewandowski o Neymar, merece ese premio.