Las elecciones presidenciales se caracterizan por ser coyunturales, solo en los tiempos finales y en concordancia con los últimos sucesos se define la intención de voto. O sea, aún es temprano. Pero salió antier la última encuesta en la que el 30,6% de intención de voto en blanco claramente muestra que hoy ni uribistas ni gobiernistas le mueven la aguja a la opinión. Es que están haciendo un circo con algo tan serio como la paz, los unos, y los otros, con gravísimos problemas para comunicar, y en vez de debate lo que la gente percibe es una visceral pugna donde cerebro y mesura brillan por su ausencia.

En todos los actos públicos Santos pregunta: “¿Ustedes quieren la paz?” La respuesta, claro, es un sí al unísono, ante el cual arremete contra el uribismo y lo califica como enemigo de la paz. ¡Claro que todos queremos la paz! Pero preguntado así, genéricamente, el mensaje que se envía es que el Gobierno firmará la paz como sea, y a costa de lo que sea. Da papaya al uribismo para que imagine toda suerte de concesiones, y hasta las exagere. Viene entonces Humberto de la Calle a aclarar: “…de lo que se trata es de la vigorización de la planeación participativa para optimizar su incidencia en los procesos democráticos”. O sea, ya no es generalización sospechosa sino enredo taxativo. Y rematan los guerrillos: “¿Pedir perdón?, ¿perdón por qué y a quién?” Un desastre de manejo que, de seguir así, Santos seguirá bajando y el voto en blanco subiendo.

El uribismo también se pasa de piña exigiendo cana corrida para todos los guerrillos, cuando sabido es que en los procesos de paz se ha consignado perdón, rebaja de penas y hasta amnistías, porque ningún subversivo va a firmar paz y entregar armas para que lo encanen. Igual en lo de la participación en política, que el uribismo pretende que los tipos salgan al descampado a hacer campaña, cuando es obvio que hay que brindarles garantías para que no se repita lo de la UP, y puedan, como lo hizo el M-19, acceder a cargos de elección popular, unas curules como las de las comunidades indígenas. Pero el uribismo aprovecha y exagera el rechazo que generan las circunscripciones electorales especiales propuestas para Caquetá, Catatumbo, Putumayo, Arauca y Nariño. Sin embargo, pese a la equivocada campaña contra el proceso de paz, es notable que Zuluaga, recién lanzado al ruedo y acusado de poco magnetismo, marque ya más que Navarro y se acerque a un Santos con gobierno y en plena campaña, diría uno que es resultado de la alta opinión favorable de Uribe, que llega casi al 75%. El tipo sin duda transmite seriedad, y nada de raro tendría que su ascenso se convirtiera pronto en una real amenaza para la reelección.

¿Y el Partido Conservador? Bien, gracias. Hace mucho dejó de ser partido para volverse gavilla de puesteros, siempre con el que reparte nómina y contratos, ¿para qué complicarse?, siempre les guardan su tajada del pudín y, además son una especie de fiel de balanza, así que bájense del bus Martha Lucía Ramírez y José Félix Lafaurie, que de esa mazorca ni un grano, corran para el uribismo, que allá les queda la Vicepresidencia, aunque podrían también recoger firmas y lanzarse como tercería, que seguro aún sobreviven muchos goditos añorando partido, y hasta bien les podría ir en esta orfandad de candidatos, como en Nueva York, que De Blasio en agosto era último en las encuestas, y dos meses después, con un buen discurso y mejor manejo de imagen, ganó las elecciones. ¡Quién quita!

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