El Heraldo
Opinión

Dos costeños y un cachaco

Hay un elemento cultural y social que nos unifica precisamente porque permite comprender nuestras disconformidades: la escritura.

Siempre se ha dicho que Colombia es un país de regiones. Esa diferencia es lo que ha permitido de forma gradual, y a veces incomprendida, que los colombianos sigamos un camino definitivo hacia el sueño de constituirnos, algún día, como una consolidada nación. No ser iguales es la fortuna que hemos desperdiciado en muchos momentos. La convivencia entre dispares no es lo negativo, lo es no poder potenciar precisamente que no nos parecemos unos con otros. Pero hay un elemento cultural y social que nos unifica precisamente porque permite comprender nuestras disconformidades: la escritura.

En el último mes de esta cuarentena tuve el placer de leer a dos costeños y un cachaco quienes me ayudaron, por medio de sus escritos, a sobrellevar este largo encierro. John Jairo Junieles, Luis Mallarino y Alberto Casas Santamaría fueron compañeros de cuarentena cada uno en su estilo y siempre recordando por medio de las 27 letras de nuestro alfabeto, que Colombia tiene historia, inventiva y sensibilidad. Un periodista, un poeta y un cronista de la vida colombiana que le tocó vivir, fueron aliciente para comprender mejor el pasado, el presente y mirar con optimismo lo que viene.

El sucreño Junieles nos regaló una novela diferente. “El Hombre que hablaba de Marlon Brando” es una mezcla de realidad y ficción con trama de novela negra enmarcada en un ambiente cinematográfico sin igual. El lenguaje simple y amigable con personajes amenos nos devuelve a la locura de un Marlon Brando en Cartagena en los años 60 filmando “La Quemada” y la muerte de una cantante de la que, por la descripción, todos estamos enamorados a pesar de su inexistencia. 400 páginas hacen pensar que para los prosistas de Colombia hay vida después del boom.

El otro caribeño socio de esta travesía pandémica es el vate barranquillero Luis Mallarino. Entre 222 libros fue seleccionado como ganador del prestigioso premio de poesía Paralelo Cero 2020. Tuve en mis manos varios poemas que son reflejo de su sensibilidad y lenguaje moderno. De lejos, el mejor para mí fue Casos de la Vida Real, en especial el aparte donde dice: “El mejor músico de mi generación consiguió empleo en un call-center —turno de noche—. De sus diademas brota el ruido de las hachas medievales, la canción imaginaria de los australopitecos, la tos de los enfermos de América Latina”.

El exministro bogotano Alberto Casas Santamaría, entregó en agosto sus “Memorias de un Pesimista” donde plasma una teoría sobre las diversas grietas que vivió durante más de 50 años de actividad pública y periodística. Un relato crítico que invita a dejar de pensar en si o no como estamos acostumbrados en la vida nacional. La mirada de este conservador “open mind” siempre viene bien en medio de tanta polarización y aprovecha este cachaco para recordarnos la tesis de Álvaro Gómez sobre un país que no ha logrado como nación superar el dilema entre la colonización barroca y una independencia ilustrada. Tres colombianos que buscan unirnos, siempre desde las diferencias que brinda el buen uso del lenguaje.

@pedroviverost

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