El desempeño económico de una nación debería obedecer entre otras a la agregación de los resultados obtenidos por cada uno de sus municipios y departamentos. Los territorios tienen un conjunto de condiciones económicas, institucionales, culturales y de capital humano que conforman su potencial de desarrollo. Las ciudades se caracterizan por un determinado sistema productivo, mercado laboral, tejido empresarial, infraestructura, recursos naturales y tradiciones que articulan sus procesos de crecimiento local. La existencia de zonas con un mayor desarrollo es el reflejo de la desconexión de la política económica central con cada una de sus regiones.
Las desigualdades territoriales en Colombia han adoptado históricamente dos formas principales. La primera es una extensa concentración geográfica de la población y la actividad económica en sus áreas metropolitanas; y la segunda, amplias brechas de desarrollo entre los diferentes territorios al interior del país. Seis de los treinta y dos departamentos agrupan dos terceras partes del crecimiento económico, siendo Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca donde se produce la mitad de la economía del país. Para el 2019, la producción nacional estuvo valorada en 1.062 billones de pesos y Bogotá aportó la cuarta parte con 271 billones. Mientras que Vaupés y Guainía lograron cifras de 306 y 410 miles de millones de pesos respectivamente. La pandemia evidenció aún más estas brechas territoriales en el país, en donde la respuesta de la actividad productiva a los diferentes incentivos y políticas de recuperación económica han sido diferentes en cada una de las regiones.
Dentro de este contexto, el próximo gobierno deberá consolidar las acciones necesarias para el impulso de agendas e iniciativas con un mayor enfoque territorial. La perspectiva de desarrollo territorial parte de analizar dónde tienen lugar las relaciones económicas y sociales para entender los principales desafíos y ventajas de cada territorio con el objetivo de identificar oportunidades de crecimiento y desarrollo. La promoción de las economías locales es una oportunidad para fomentar ventajas comparativas que permitan generar cadenas de valor y conectarlas a mercados tanto internos como externos. Pero esto exige un mayor compromiso de las instancias públicas tanto locales como nacionales en incorporar esta visión en los planes de gobierno acompañada de prácticas eficientes en la gestión de los recursos públicos para que junto con los actores privados y la sociedad en general se logren construir entornos territoriales que fomenten un proceso de crecimiento y cambio estructural en donde las necesidades económicas, sociales, institucionales y culturales convergen para crear un entorno local favorable con menores desigualdades, mayor productividad, mejoramiento de las condiciones de vida, igualdad de género y cuidado del medio ambiente. Colombia logrará mayores y mejores niveles de crecimiento y desarrollo económico cuando consiga potencializar sus territorios y cerrar las brechas regionales.
* Directora de Fundesarrollo