El siglo XXI estará marcado por la carrera contrarreloj del ser humano para enmendar los errores de una industrialización masiva que nos llevó al calentamiento global y a un desastre ambiental como el que vivimos, aunque hoy pese a los evidentes daños ambientales es increíble ver líderes políticos como Donald Trump, Jair Bolsonaro, y para el caso Colombiano Álvaro Uribe, que van abierta y tranquilamente en contra de la protección ambiental con el único fin de beneficiar proyectos de transnacionales y grupos económicos.
Frente a este escenario necesitamos muchas estrategias de protección ambiental, aquí solo cito cuatro acciones que nos podrían ayudar.
Primero: necesitamos desde las instituciones educativas más educación ambiental, que no se trata de mas trabajos y más teoría, se trata que los niños y jóvenes salgan a la naturaleza, que vivan la experiencia y disfruten un día en medio de árboles pájaros y ríos, así la conciencia ecológica se va fundamentando, en Colombia el abanderado es el Colegio Champagnat de Bogotá desde el proyecto “Champagnat ama la Tierra” que lleva más de 25 años llevando niños y jóvenes por montañas desiertos selvas y ríos, proyecto liderado por el padre de la ecología en Colombia, Andrés Hurtado García y que ha dado excelentes resultados, estudiantes comprometidos con la naturaleza y ex alumnos que hoy ocupan puestos en los más importantes cargos referentes al medio ambiente en el mundo.
Segundo: incentivar el turismo de naturaleza responsable y sostenible como un modelo de negocio para las comunidades y familias que habitan las aéreas rurales, Costa Rica es el gran ejemplo de como un país vio en el medio ambiente y el turismo una oportunidad y un reglón de la economía y hoy pensar en proyectos de megaminería que atentara contra el ecosistema y la biodiversidad es impensable, mientras en Colombia todos estamos luchando para que el Gobierno y el Centro Democrático no acaben con Santurbán.
Tercero: fortalecer y ampliar programas donde se puedan vincular a las familias que habitan ecosistemas sensibles como los páramos para que trabajen en su protección como las “familias guardapáramos”, de manera que comience una delimitación y ampliación de los ecosistemas y una protección frente a la deforestación que es constante.
Cuarto: penas de prisión reales frente a los delitos ambientales, la legislación penal ambiental es vista como algo accesorio y podríamos decir sin dientes, hasta que los delincuentes no vean que realmente sus conductas conlleva cárcel y de varios años las capturas son simbólicas y esto hay que acompañarlo con que se pueda llegar a los dueños de los carteles de la deforestación, frente a este punto se necesita una decisión política para dar la orden a los cuerpos de inteligencia que en lugar de estar chuzando políticos y defensores de derechos humanos estuvieran persiguiendo a los cabecillas de estas estructuras criminales.
Nos falta mucho en la protección ambiental y sabemos que este gobierno privilegia los negocios de sus amigos que la naturaleza, razón por la cual es desde la sociedad civil nos toca dar esta lucha a favor de nuestros páramos bosques y ríos.