Leyenda Viva
Roces entre generaciones, y las inevitables despedidas terrenales de aquellos que, sin duda alguna, hicieron posible que el Vallenato fuese lo que es hoy, se es evidente en varias escenas. Y mientras unos atacan los cambios, otros los defienden a capa y espada. Ahora que lo pienso, quizás eso es lo que hará que el soplo del acordeón nunca muera: la pasión que genera entre los amantes de esta música, este ritmo de historias.
Para evitar hablar de lo que sucedió el pasado miércoles 20 de Julio en la Posesión del ‘honorable’ Congreso de La República, un suceso lamentable que desde ya demuestra lo que serán estos próximos cuatro años, y que nos deja más allá de un ‘sinsabor’ entre los que tuvimos la desdicha de tener que soportar aquella transmisión, voy a hablarles de algo muy positivo. Voy a hablarles de un documental que creo que, mínimo, todos los colombianos deberíamos ir a ver: Leyenda Viva, el alma de un pueblo.
Y es que esta joya audiovisual del reconocido director y productor Martín Nova, tiene como misión contarle al espectador por qué el Vallenato es mucho más que un género musical, y por el contrario, por qué viene siendo el resultado de nuestra historia nacional, de nuestro linaje ancestral, de nuestras anécdotas locales, de nuestro romance, de nuestros animales, y de nuestros artistas.
En este filme, entre risas, llantos, historias y verdadero sentimiento, se puede encontrar verdaderamente al alma de un pueblo, que trasciende las fronteras invisibles entre La Guajira, Cesar y El Magdalena, y que con el tiempo llega hasta lo más profundo del territorio colombiano.
Y es que lo que uno puede percibir durante toda la película, es que pensar en el vallenato, es pensar en nuestro pasado, presente y futuro, es hablar del machismo y de la figura de la mujer, es hablar de la amistad que se desarrollan en las parrandas, es hablar de los juglares que entre cantos vaqueros, llevan cuentos y magia a cada rincón de los pueblos macondianos de nuestra tierra.
Pero también, propone varios interrogantes. ¿Estamos ante el fin del verdadero Vallenato, o más bien, estamos ante el inicio de la transición de este género para que sin perder su esencia, trascienda en algo todavía más poderoso? ¿Estamos ante el fin de los juglares, cuya utilidad se desvanece con la llegada de la tecnología? ¿Estamos protegiendo nuestra herencia, o la estamos dejando morir?
Roces entre generaciones, y las inevitables despedidas terrenales de aquellos que, sin duda alguna, hicieron posible que el Vallenato fuese lo que es hoy, se es evidente en varias escenas. Y mientras unos atacan los cambios, otros los defienden a capa y espada. Ahora que lo pienso, quizás eso es lo que hará que el soplo del acordeón nunca muera: la pasión que genera entre los amantes de esta música, este ritmo de historias.
En todo caso, querido lector o lectora, te invito a que vayas y crees tu propio análisis, apoyando esta producción 100% colombiana, cuyo única misión es la de seguirle dando oxígeno a este género que traspasa razas, culturas y etnias. Está solo en cines a partir de este fin de semana, y realmente puedo decir que vale mucho la pena.
Mientras haya pasión, hay esperanza. Mientras haya leyenda, hay vida.
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