En 1945, el escritor británico George Orwell le regaló al mundo una obra que resume a la perfección lo que es verdaderamente el comunismo, y casi ochenta años después, sigue siendo absolutamente relevante. ‘Rebelión en La Granja’ lo ejemplifica todo. Entre cerdos, vacas, gallinas, entre otros, y de una manera ligera, deja clara su posición de muchos matices profundos: el comunismo puede ser en la teoría ‘el verdadero ideal’, pero en la práctica, es un completo fracaso. Un fracaso que al largo plazo termina siendo muchísimo más nocivo que otros modelos económicos.

Setenta y seis años después, sigue probando ser cierta su apreciación. Los ‘cerdos’ que iniciaron la rebelión contra los humanos opresores con el tiempo probaron ser peor cura que la misma enfermedad. Y los otros animales que tanto creyeron en los ideales que al principio los unían, que tanto confiaron en que realmente los cerdos eran ‘uno de ellos’, que tanto trabajaron por el ‘bien común’, terminaron siendo testigos de cómo el exceso de poder y un muy mal sistema, los dejó a todos en una peor posición que antes. Con hambre, con enfermedades, y mientras tanto: los cerdos disfrutando de todo lo que alguna vez juraron nunca tener.

Una dictadura siempre será un error, siempre. Pero una dictadura comunista es un error garrafal. El capitalismo tiene sus fallas, pero funciona, mientras que el comunismo ni hace, ni deja hacer. Ese ‘nadie es dueño de nada, sino que el pueblo es dueño de todo’ es una falacia, pues quienes tienen acceso al poder político gozan de unos privilegios capitalistas (que supuestamente nadie necesita) al que el pueblo jamás podrá acceder (nadie puede hacer empresa, nadie puede soñar algo distinto, nadie puede tener un pensamiento político diferente), y porque el mayor problema de todos es que todo se acaba. En vez de invertir y lograr que la rueda económica siga girando, gastan el ‘ahorro’, o dependen de otras potencias que se desmigajan, y por ende, se vuelven más pobres. La rueda no gira, y la rueda se oxida.

En Latinoamérica llevamos décadas escuchando a líderes de izquierda diciendo que el modelo económico de Cuba funciona, y con base en eso, muchos países han seguido el discurso comunista y socialista. Lo que pasa es que al final, la mayoría de los votantes, se terminan arrepintiendo, pues tal cual como lo expone Orwell, con los años la cura termina siendo peor que la enfermedad, o aún peor, la cura termina siendo la misma enfermedad. La misma que ha probado vez tras vez ser el verdadero opresor del progreso: el poder absoluto que corrompe.

Nadie debe tener tanto poder y mucho menos por tanto tiempo, y Cuba es el ejemplo. Qué ironía que esta isla goce llamarse libre cuando de libre no tiene nada. Qué ironía que los extranjeros pidamos un trago que hace honor a esa libertad que desde hace muchos años parece una cárcel. Qué ironía que ese ‘todo es de todos’ termine siendo ‘nada es de todos’....

...porque cuando no hay nada, realmente nadie es el dueño.