P ¿Desde cuándo existe la idea de clubes sociales? Rafy Granada, B/quilla.
R.: Existe desde la antigüedad romana, y su origen se le atribuye al tiempo libre en medio de las obligaciones, esto es, al ocio creativo. Antes, en el siglo griego más esplendoroso, el V a. C., el de Pericles, skholé significaba ocio y aludía a reuniones de hombres libres, de potencia intelectual y ávidos de saber, que sostenían charlas eruditas o escuchaban a pensadores como Sócrates, Platón, Aristóteles y otros. Skholé pasó al latín como schola y al español como ‘escuela’, y en verdad constituían una escuela quienes se agrupaban en esas reuniones. Siglos más tarde, en Roma, encuentros similares se hacían en los baños públicos, conocidos como termas, como las de Caracalla, construidas y adornadas con materiales muy finos y colores combinados con buen gusto, enriquecidas con obras de arte, con varios ambientes en espacios amplios, gimnasio, salas de juegos, biblioteca, comedores y, sobre todo, ingreso restringido, es decir, lo mismo que un club social de hoy.
P.: ¿Cuál es el género de países, ciudades y otros accidentes terrestres? Juan C. Vargas, B/quilla.
R.: Para determinar el género de distintos puntos geográficos hay unas normas que, por no ser absolutas, tienen excepciones. Si se trata de ciudades o países que terminan en ‘a’, con o sin tilde, son femeninos (la Barranquilla moderna, la Argentina, la cálida Panamá). Si terminan en ‘o’ son masculinos (el Sincelejo apacible, México lindo y querido). Si terminan en otra vocal o en consonante, a veces son femeninos y a veces masculinos (la Moscú señorial, Cali pachanguero, el Brasil). Son femeninos lagunas (la de Tota), islas (las Malvinas), bahías (la de Santa Marta). Son masculinos golfos (el de Morrosquillo), cabos (el de la Vela), ríos (el Magdalena), mares y océanos (el Caribe, el Índico). Picos y sistemas montañosos pueden ser masculinos (el Everest, los Andes) o femeninos (la serranía de Perijá, las montañas Rocosas).
P.: Antes no había apellidos, por eso en la Biblia se lee “Santiago el de Alfeo”, es decir, el hijo de Alfeo. ¿Desde cuándo existen los apellidos? ASI, Maicao.
R.: Los romanos diferenciaban el nōmen (nombre) del cōgnōmen (apellido). Este último ya se usaba en tiempos aún más remotos para distinguir a una estirpe, a una tribu, a un vínculo de consanguinidad… En España, el empleo de apellidos comenzó en el Medioevo, cuando señores feudales y guerreros heroicos, para distinguirse, añadían a su nombre el de las tierras conquistadas o el de aquellas donde habían nacido o el de los pueblos sometidos o un apodo que los satisfacía; también empleaban el nombre propio de sus padres o abuelos, con alguna añadidura o novedad, que por lo general era la partícula –ez, como en González (hijo de Gonzalo), Ramírez (hijo de Ramiro), aunque esa partícula a veces no significa “hijo de…”, como en Páez y en Chávez.
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