La trampa como vía para alcanzar un objetivo se ha extendido en la sociedad y se ha popularizado entre las nuevas generaciones de manera descarada, sin pudor ni miramientos en las consecuencias. Es frecuente y natural irrespetar el turno en una fila, el pare en un semáforo o copiarse en un examen.
Un claro ejemplo fue lo que pasó con los jóvenes vinculados a la Universidad del Magdalena, investigados por la justicia dada su supuesta relación con una red delincuencial que suplantaba a aspirantes para ganar cupos en el programa de Medicina.
El colegio Marymount de Barranquilla sancionó a su última promoción de bachilleres con la suspensión de la ceremonia de grado, al percatarse de que algunos de ellos compraron los resultados de las pruebas preIcfes.
Hace unos días, tres jóvenes profesionales violentaron los sistemas de control del estadio Mordovia Arena, en Rusia, al introducir licor camuflado en unos binoculares, al juego de la Selección y, aún peor, luego pregonaron con orgullo su trampa a través de las redes sociales.
La indignación y el rechazo masivo que han generado estas prácticas fraudulentas en el país deberán traducirse en acciones, no solo sancionatorias sino especialmente correctivas y educativas, en todos los ámbitos: la justicia, la institución educativa, el centro de trabajo y muy especialmente en el seno del hogar, que es el sitio en el cual se le siembran a los niños los valores y principios morales.
Es allí donde comienza a cimentarse el valor al esfuerzo, al estudio y al mérito propio. No hay nada que produzca mayor satisfacción que lo que se ha ganado con esmero, dedicación e, incluso, con sudor y lágrimas.
El padre y la madre deben ser ejemplo vivo de moralidad y correcto proceder, y promover de manera permanente estas prácticas en sus hijos. Nunca deben acolitar procederes condenables ni menospreciar las faltas menores de sus hijos, ya que esto se convierte en la cuota inicial de una posible personalidad carente de honestidad y valores, y puede volverse una costumbre permanente. A partir de ahí estas prácticas pueden tomar dimensiones alarmantes, como lo vemos en Colombia, donde la corrupción y las actitudes fraudulentas campean en diversos escenarios sociales.
Muestra de ello es la vergonzosa calificación que otorga la organización Transparencia Internacional en el Índice de Percepción de la Corrupción 2017, situándonos en el puesto 96 entre 180 países evaluados. Otro ranking lamentable fue revelado este año por la Asociación de Examinadores de Fraude Certificado, en el que Colombia ocupa el tercer lugar de fraude y corrupción empresarial en América Latina.
Si en casa seguimos incentivando el ‘todo vale’, pasando por encima de las normas, de la ética y de las demás personas, nuestro presente y nuestro futuro serán sumamente inciertos y estaremos condenados a ser ejemplo de sociedad en crisis y con escasas posibilidades de cambio.
Más Columnas de Opinión
¡Afinia nos tiene locos¡
Uno de los problemas más grandes que está afectado a los habitantes de la región caribe es el alto costo de los servicios públicos domiciliarios especialmente el servicio de energía. Desde hace muchos años la costa caribe ha recibido un serv
La Salud entre líos
Aunque los profesionales de la salud, tengamos como principios fundamentales, el de proporcionar nuestros conocimientos, voluntad, deseos, y en general permanecemos con todas nuestras fuerzas, puestas al servicio de las comunidades y personas, de
¿Qué hacer con las tarifas de energía en la región Caribe?
Las altas tarifas de la energía en el Caribe son un problema social. La afirmación de que mes a mes cientos de miles de familias comen o pagan la luz no es lejana de la realidad. El recibo se puede llevar la cuarta parte de los ingresos de las f
La Bestia – El temor a amar
La última película del aclamado director Bertrand Bonello (Saint Lorent, Nocturama) incursiona en el género de ciencia ficción mientras explora las complejas relaciones de pareja a través de un romance que trasciende distintas épocas histór