The Crown, la afamada serie original de Netflix tiene una fanaticada mundial digna de su alta calidad como producción audiovisual. Para mí como amante de la historia ha sido un goce absoluto ver la interpretación desde los tiempos de Winston Churchill hasta Margaret Tatcher, en esta última temporada. Y aunque algunos se quedan solo en lo superficial, como los amores de Lady Di o la tórrida relación entre Camila y el Príncipe; lo cierto es que cada capítulo es una joya para quienes seguimos la política británica.

¿Qué es la Realpolitik?, etimológicamente su significado no podría asemejarse a otro que el de la política realista. La corriente tanto teórica como en praxis de las dinámicas de poder puro, crudo y rudo. El término lo acuñó Otto Von Bismarck, el político alemán y uno de los artífices de la unificación de dicho Estado. Esta es una tendencia que desde sus inicios propende por basarse en la toma de decisiones a partir de hechos coyunturales y posibles beneficios utilitarios del momento que den réditos y no, en ideologías o ideas muy marcadas sobre cómo se debe gobernar.

Ahora bien, cómo se relacionan el primer párrafo y el segundo. Qué tiene que ver una serie de Netflix con un concepto arraigado en la ciencia política. Pues la realidad es que para quienes somos observadores y estudiosos de las dinámicas de poder -aquí y allá-; mucho. Piensen que en cada temporada se hace un recorrido por los matices con los que la Reina Isabel, tan de moda por estos días, interactúa con los primeros ministros de turno. Es muy interesante analizar cómo su concepción del poder varió dependiendo de su edad, la época y el interlocutor que ocupara Number 10 (la Casa blanca de los británicos).

En Uninorte el próximo semestre tendremos nuestro evento anual Cátedra Europa, en él, me uniré con profesores de Comunicación Social y periodismo para realizar una conversación pública en la que debatiremos acerca de cómo en la pantalla -chica y grande- se ha representado a la monarquía y al poder ejecutivo de los británicos durante décadas. Todo ello en ese esfuerzo permanente que hacemos muchos académicos por tratar de aterrizar teorización elevada en productos o vivencias comunes, que lleven a la ciudadanía a entender mejor todo eso que explicamos en un salón de clases de manera sofisticada intelectualmente hablando.

Sea está columna una invitación para todos los que me leen a que ojalá entiendan que la ciencia política no es una cosa por allá abstracta sin utilidad, al contrario, sus conceptos y enseñanzas pueden ser aplicadas a la mayoría de interacciones sociales que tenemos como civilización. Y también, sea un aplauso para todos esos docentes que, en pandemia, seguimos buscando casos prácticos que capturen la atención de nuestros estudiantes en medio de la virtualidad. El estudio y la academia son atractivos, según como se planteen.

@kathydatos