Dos hechos marcaron la agenda del Gobierno en agosto que acaba de concluir.

Una noticia muy positiva es la esperanzadora Alianza de China con Colombia, que empieza a ponerse en vigor y que representa una “nueva era” para la relación entre ambos países.

La visita del presidente Duque, a principios de agosto, a China llegó cargada de buenas noticias para el país. Entre 2002 y 2019, China invirtió en total 240 millones de dólares. Gracias a los acuerdos logrados, ahora están confirmados mil millones solo en proyectos energéticos.

A partir de este año, China comenzará a comprar más de 600 toneladas de aguacate; y una noticia favorable para el departamento del Magdalena es que, a partir de 2020, serán enviadas a China cuatro millones de cajas de bananos, y quedan abiertas las posibilidades para otros productos agropecuarios.

El presidente Duque no deja de preocuparse por su mundo antioqueño: Pekín financiará —con 400 millones de dólares— una carretera estratégica que unirá Medellín con las zonas agrarias del departamento de Antioquia. (¡Esperamos que el próximo presidente sea caribeño, para que nos consigan estos regalitos!)

La visita del mandatario también contempló la posibilidad de un tratado de repatriación de presos colombianos y becas para estudios superiores.

Con estos convenios se abren innumerables perspectivas comerciales para el país. Colombia siempre ha mirado casi obsesivamente hacia el norte, hasta el punto que en muchas oportunidades se califica a Colombia como el mejor amigo de Estados Unidos. Y dudamos que esta relación vaya a cambiar, ya que esta nueva relación con China es eminentemente comercial.

Si bien en política exterior hay noticias favorables, en el frente interno existe la impresión de que el país se está desbordando. Aunque, tras entrar en vigor los acuerdos de paz con las Farc, el país mostró una mejoría significativa en materia de seguridad, esta empezó a deteriorarse. Como muestran los resultados de las tasas de homicidios y los estudios sobre la percepción de seguridad de los colombianos. Pues ha aumentado la sensación de inseguridad en nuestras ciudades, acentuada en extremo con la nueva declaración de guerra de los ahora disidentes de las Farc.

Los estudios sobre seguridad ciudadana en las principales ciudades muestran que a la mayoría de la población le preocupa la venta y el consumo de drogas, los robos, las vacunas, la extorsión, las riñas y los homicidios por la falta de tolerancia en la convivencia cotidiana.

Las personas esperan que el Gobierno muestre su talante. Este tema parte de una profunda reforma a la justicia que dé recursos y eficiencia al sistema, y también una reforma en el sector de la seguridad y la defensa.

Infortunadamente, el presidente Duque no tiene o no ha querido o no lo han dejado tener gobernabilidad, por negarse —con el populista argumento de la ‘mermelada’—, a formar una coalición que le permita las reformas que alivien la vida de los ciudadanos del común.