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El padre Tamayo y la bondad humana

Mientras la mayoría de las personas viven enemistadas con los otros por sus ideas políticas, por el color de su piel, por su género, por su fealdad, por su dinero o por tantas otras cosas, este humilde sacerdote, sin importar quién sea, tiene la bondad, sensibilidad y paciencia para tenderle, a quien lo necesita, un apoyo incondicional, a fin de ayudarle a calmar sus angustias y superar sus dificultades.

Hablar de monseñor Víctor Tamayo es hablar de la bondad, cualidad que muchos humanos hemos perdido en este mundo donde desde pequeños nos obligan a competir.

La semana que pasó tuvimos la oportunidad de asistir a un merecido homenaje que le hacía la ciudad a Víctor Tamayo, ese gran ser humano con su tendencia natural a hacer el bien.  Quienes tenemos el privilegio de conocerlo sabemos que es una persona llena de misericordia, de carácter apacible, cuya vida está dedicada a realizar el bien y procurar lo bueno para todas las personas que en algún momento necesitan una ayuda incondicional.

Lo conocí recién llegué a la ciudad. Era el capellán de la Universidad del Norte, y en el transcurso de los años sentí una profunda admiración al ver su obra de vida; pero también a ese ser bondadoso que ha hecho de su existencia darlo todo para evitar el sufrimiento y la angustia de las personas, y ofrecerles una ayuda cuando a veces todas las puertas se cierran. Él es capaz de ponerse en la situación del otro, trata de comprender sus sufrimientos y ayudarlo a superar sus dificultades y carencias.

Más allá que como sacerdote, tuve la oportunidad de interactuar con él mediante un amigo común, Leonardo Zanello, quien lo asesoraba en la construcción de iglesias, específicamente para montar en la Catedral la obra escultórica Cristo Libertador Latinoamericano, del maestro Rodrigo Arenas Betancourt. Hacía un trabajo titánico, y ahí me di cuenta de su temple, de no darse por vencido y superar los obstáculos, trabajando con pasión hasta lograr ver instalada esa majestuosa obra.

Lo que admiramos del padre Tamayo es una cualidad que todos podemos ejercer. Desafortunadamente, hoy nos educan para competir, y la bondad va en contra de nuestras posibilidades de éxito; así, cuando alguien vive una desgracia, son pocas las personas que se ofrecen para ayudar. La indiferencia de los demás es una característica de nuestros tiempos.

Esa es una de las principales grandezas del padre Tamayo: es que desafió el espíritu de nuestros tiempos. Mientras la mayoría de las personas viven enemistadas con los otros por sus ideas políticas, por el color de su piel, por su género, por su fealdad, por su dinero o por tantas otras cosas, este humilde sacerdote, sin importar quién sea, tiene la bondad, sensibilidad y paciencia para tenderle, a quien lo necesita, un apoyo incondicional, a fin de ayudarle a calmar sus angustias y superar sus dificultades.

Si usted quiere saber qué es la bondad, no busque su significado en Google, conozca la historia de vida de este hombre y cómo pudo guiar su existencia con valores como la solidaridad, la generosidad, la humildad y el respeto.

Se define a la persona bondadosa como aquella que se inclina para evitar el sufrimiento a una comunidad o a una persona; es aquella que realiza el bien y promueve todo lo bueno para las personas que se encuentran en su entorno. Ese ha sido, es y será el padre Tamayo.

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