Empieza a delinearse la narrativa del nuevo Gobierno. En el momento en que la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala en su informe el notable crecimiento del consumo en el mundo, el presidente Duque ha recibido la herencia de alrededor de 200 mil hectáreas sembradas de coca.

Según este informe, hay 250 millones de consumidores. 28 millones de vidas estarán perdidas como resultado del consumo de droga. La cannabis tiene el mayor número de consumidores, que llega a los 183 millones de personas, mientras que la cocaína tiene 17 millones de narices que necesitan todos los días aspirarla. El consumo de cocaína combinada con opioides está generando por sobredosis más de 50 mil personas fallecidas. Este número supera el de las personas que mueren por accidentes de tránsito y violencia.

Un antecedente impactante del estudio se refiere al consumo de drogas por inyección, que suma 12 millones de personas, de las cuales aproximadamente seis millones viven con el virus de la hepatitis C y más de un millón y medio con el VIH.

El mercado de las drogas es cada día más variado y se expande dramáticamente, desde la marihuana, la cocaína y la heroína hasta el consumo de anfetaminas, alucinógenos, sedantes, tranquilizantes y drogas sintéticas, especialmente derivadas de los opiáceos.

Las primeras medidas del Gobierno del presidente Duque muestran que se va a retomar la guerra contra las drogas usando la misma fórmula del pasado: glifosato para la eliminación de los cultivos de hoja de coca, control policial a la dosis mínima, y medidas punitivas hacia los narcotraficantes.

En el mundo se están dando innovaciones que van en contravía a esta política de guerra, especialmente con referencia a la cannabis, legalizando su uso medicinal, y algunos permitiendo su cultivo y uso con fines recreativos.

A pesar del radical discurso del presidente Trump, ocho estados de su nación y el Distrito de Columbia han legalizado la cannabis para uso recreativo. Y, con excepción de Columbia, anualmente se conceden permisos a empresarios para producir y vender una variedad de productos de cannabis que se utilizan con fines médicos y recreativos.

En América Latina, Uruguay fue el primero en formalizar una ley para regular el cultivo, producción y venta de cannabis con fines recreativos.

Hoy los operadores del tráfico de drogas se multiplican. Miles de grupos delictivos transnacionales usan cada vez sistemas más sofisticados. Las nuevas tecnologías han dado nuevas oportunidades a los traficantes. Ya no necesitan establecer contacto personal con sus clientes: se puede comprar drogas y pagar con una moneda virtual como el bitcoin. También ha permitido ser más eficientes con el blanqueo de capitales. En síntesis, hasta hoy los narcos van ganando la guerra, fundamentalmente porque el consumo crece y crece.

La agenda política no depende ahora de la voluntad del presidente de turno, sino de las circunstancias de este narcotizado mundo. Lo que ha demostrado la guerra contra la droga es que esta se vuelve más cara, los narcos más ricos y la guerra sigue.

joseamaramar@yahoo.com