Muchos cambios han ocurrido durante esta larga pandemia. Primero vivimos el miedo, el horror, porque no sabíamos qué estaba pasando. Empezamos a vivenciar cómo iban muriendo amigos, conocidos, parientes… Nos encerramos como seres primitivos en nuestras cuevas. Muchos empezaron a padecer ansiedades e insomnio. Posteriormente se agregó una nueva angustia al ver cerradas industrias, almacenes, colegios, y las pérdidas de trabajo. Las madres modernas volvieron al rol tradicional de cuidar y educar a sus hijos.

Los que hemos sobrevivido a esta pandemia hemos tenido grandes dudas existenciales. Millones de personas en el mundo renunciaron a sus trabajos porque pensaron que no valían la pena. También, muchas parejas se separaron por no encontrar sentido a su relación. Pero la mayoría en estos momentos difíciles sintieron su vínculo emocional con su pareja más sólido. Porque esta crisis nos reveló más claramente que, a diferencia de las otras especies, necesitamos del otro para sobrevivir.

El virus provocó un verdadero cambio cultural y acabó con muchas de nuestras costumbres. Pero no acabó con el amor porque, como señala la psicoanalista Constanza Michelson, “el amor es el hambre humana, es de alguna forma el alimento porque tiene la cualidad de darnos reconocimiento”.

Los humanos sentimos necesidad de cuerpo y amor, de cualquier manera, lo buscamos. Durante la pandemia se multiplicaron las aplicaciones de citas y muchos se arriesgaban para encontrarse con sus parejas. El departamento de salud del estado de Nueva York, donde viven muchos solteros, lanzó un comunicado titulado “Tú eres tu mejor pareja sexual” incentivando el autoplacer y el amor propio como una opción segura para los que pasaron la pandemia viviendo solos.

Hoy estamos en una nueva etapa de la pandemia en la que empezamos a hacer análisis existenciales. La antropóloga Helen Fisher, famosa mundialmente por sus estudios sobre el “cerebro enamorado”, está sosteniendo que la pandemia ayudó al amor. Ahora hay más solteros interesados en relaciones más estables, se buscan relaciones más significativas y hay mayor interés por conocer a las otras personas.

En tiempos de covid el amor no ha cambiado, pero se ha vuelto más necesario. Todavía no sabemos el impacto de esta tragedia humana. No hemos podido hacer el duelo colectivo por las millones de personas fallecidas, tampoco sabemos el impacto en la vida de nuestros niños y jóvenes. No sabemos la magnitud del abandono y el desastre y el drama social que esto está generando todavía.

La especie humana lucha por muchas cosas. Pero las que nos han permitido existir hasta ahora son esencialmente las de satisfacer nuestras necesidades de sobrevivencia, de apareamiento y de colaboración. Por eso en estos momentos difíciles el amor se ha fortalecido, porque la solidaridad y colaboración con los otros nos están salvando.