Parece que fue ayer cuando se dijo : “Almas y corazones con dolor, salud en su señor que es el Amor”. Pero no fue ayer. Hace siglos que Dante Alighieri lo cantó. Esta semana que termina, el mundo entero conmemoró los 700 años de la muerte del poeta que no le pertenece solo a Italia porque Dante es universal, es de todo el que lo lea y haga suya La Divina Comedia y sus poemas. Es el prodigio de la lectura.

Aunque otros dirán que los versos de la canción “amor eterno e inolvidable” de Juan Gabriel son absolutamente más populares, más conocidos y repetidos, más de acá en Latinoamérica. Es la magia de la música popular. 

Vivimos tiempos extraños y difíciles de una peste mundial que, además de amenazarnos con una probable muerte pronta que ya se llevó a millones de seres humanos, socavó los cimientos de nuestras certezas e ilusiones. ¡Cómo no iba a quedar a su vez malherido el amor al que se refiere Dante como gozo de esperanza! Su tiempo estaba marcado por pestes antiguas, por lo que era antesala de la peste negra que asoló a Italia y luego a Europa en el siglo XIV. Y se parece a los nuestros que siguen todavía en el hueco de donde no sabemos si vamos a salir todos indemnes gracias a las vacunas. La peste bubónica se repitió por varios siglos en Europa medieval y moderna. En nuestra época, la del coronavirus se volvió endémica, dicen los epidemiólogos que practican la ciencia de las enfermedades contagiosas que iguala a los pueblos. Seguirá intimidante.

El amor, por su parte, amenazado por ese otro mal que es el desamor, que en las canciones que más duelen llama al despecho, recobró en Dante un aire de esperanza, “el amor alegre se fue llevando mi corazón”, hasta el punto de que se troca eterno como le sucedió tras la muerte de su amada Beatriz. La muerte no pudo apagar el amor. Para nuestro tiempo los versos de Dante son una gran lección del poder que tiene el corazón para soñar, por encima del desamor, también del desencuentro, cuando éste se ha vuelto producto de la posesión, los celos desbordados, que alejan a los amantes precisamente porque son excesivos, y por ser de excesos acaban matando. Atosigan las noticias de feminicidios que llenan las notas diarias de prensa,  causados por la devastación pasional que suelta la frase rastrera : “si no eres mía, no serás de nadie”.  

Puso Dante en el segundo círculo del Infierno de su comedia divina a los amantes que son arrastrados sin piedad por el incesante viento de pasiones incontroladas, pero les encontró un lugar en el Paraíso, en el cielo de Venus, a quienes se amaron infinitamente. Nimbada por la visión cristiana de la vida, del amor y de la muerte, la poesía de Dante alcanza la universalidad cultural que celebró Italia y el mundo con júbilo. En palabras que Borges ya había escrito mucho antes que ahora, lo llamó “gran capitán del Purgatorio que huyendo a pie y ensangrentando el llano fue cegado y tumbado por la muerte”. A mi se me ocurre que ese llano no es otra cosa que la pampa argentina, buscando ligar a Dante con el destino sudamericano, que es el nuestro.