En las conferencias sobre liderazgo que comparto con equipos de trabajo, deportivos y empresariales, suelo acompañarlas con imágenes de personajes del fútbol, técnicos y jugadores. En alguna de ellas, por ejemplo, cuando quiero explicar que en el líder fortaleza no es necesariamente fuerza física, me apoyo en una imagen del maestro Tabárez, el matusalénico técnico de la Selección de Uruguay. O, cuando digo que el líder es positivo no iluso, es la foto del exitoso y carismático técnico alemán Jürgen Klopp la que refuerza la explicación.
La imagen del nuevo director técnico de la Selección Colombia, Reinaldo Rueda, la utilizo cuando destaco, como otra característica del buen líder, que ser amable no es ser débil, y que el liderazgo es una prueba de servir, no de lucir.
Hace dos días se confirmó, por parte de la Federación Colombiana de Fútbol, la vinculación del buen entrenador vallecaucano. Un profesional creíble, que ha hecho del respeto por sus dirigidos, y su labor, el rasgo predominante de su personalidad.
Sabe de fútbol, estudió y se sigue capacitando para ser mejor entrenador, pero sobre todo sabe de cómo tratar seres humanos, cómo relacionarse con los jugadores haciéndoles entender su autoridad, no imponiéndola. Pone al servicio del grupo sus conocimientos, su orden y su vocación docente. Su sereno liderazgo. No pretende estar por encima de ellos, pero todos se convencen de su jerarquía. No se cree ni mucho menos el inventor del fútbol, pero mejora el fútbol de su equipo. En la zona técnica, generalmente, está tranquilo y pensando, no hace gestos ampulosos, no vocifera. Para él es mejor una buena orden que un fuerte grito.
Durante los últimos 20 años Reinaldo Rueda ha convivido con eliminatorias y mundiales, así que posee la suficiente experiencia para asumir el cargo. Tiene un amplio y profundo conocimiento del jugador colombiano, dentro y fuera de la cancha. Futbolísticamente sus equipos suelen ser ordenados, equilibrados y competitivos. En ese aspecto, mi gusto se vio representado en su
Nacional campeón de la Copa Libertadores, en los demás (selecciones y clubes), y esto es solo mi gusto, me quedé esperando un punto de audacia, de aventura ofensiva, de cierto arrebato transgresor que le pierda el miedo a dejar momentáneamente la prudente postura táctica.
El desafío lo asume con déficit en la tabla y alguna inarmonía grupal. Y con Brasil como primer rival. Creo firmemente que está preparado para liderar tamaña empresa.