Después de un retorno muy irregular, con frágiles y frustrantes presentaciones, que no lo hacían ver en una buena versión, Carlos Bacca tuvo lo que siempre lo ha caracterizado, esa voluntad inquebrantable y su determinación para superar la adversidad.

Esas virtudes personales le espolearon las futbolísticas y se reencontró con su mejor amigo, el gol. Formidable noticia para el Junior y sus hinchas. El año pasado el título de Junior lo tuvo a él iluminado y la gran cantidad que anotó fueron vitales para la décima estrella.

Hoy sigue vigente, sigue siendo el goleador de Junior y de la Liga. Conserva su fino instinto gatuno. Siempre al acecho. Respeta los caminos colectivos, pero se lleva bien con los atajos en tanto merodea el área para acercarse al gol. En él su búsqueda y ambición goleadora no es nada más un acto motriz, sino todo un acto de fe.

El Bacca actual, por supuesto que ya no sale victorioso en algunas acciones en donde unos años atrás sí. Pero en lo que aún conserva su conocimiento y su audacia es cuando está en la zona de definición y de cara al gol. No tengo dudas de que esa vigencia con ese nivel no tiene otro secreto sino el de ser un profesional ejemplar, sinónimo de perseverancia y disciplina dentro y fuera del campo. Su humildad, su amor por el club y su honesta manera de competir.

Sus goles ayudaron al primer gran objetivo del club este semestre, la clasificación a la siguiente fase de la copa Libertadores. Los que ha convertido en la Liga lo tienen luchando por la clasificación a la final, mañana, frente a Millonarios.