Desde el uso irreprochable del idioma nos regala reflexiones alrededor del fútbol que sirven para entender el juego un poco más.
En estos días ha estado en varios medios y cuando se refirió a las posibilidades de Argentina, y yo sumo a Brasil, en el próximo Mundial de Catar, dijo que “es capaz de ganarle a cualquiera, pero también puede tener problemas para ganarle a cualquiera, y ya no solo con Francia o Alemania sino también con Suecia, Dinamarca, porque el fútbol en Europa es de un gran nivel, la mayoría de selecciones controlan y pasan a gran velocidad”.
En Sudamérica, Brasil y Argentina han mostrado que son capaces de darle más ritmo, más velocidad a su técnica individual y colectiva. Le agregaron a su habilidad natural y a su histórica buena relación con el balón, un mayor compromiso de todos en las dos fases del juego. Hoy, tanto Argentina como Brasil, reaccionan con inmediatez y agresividad ante la pérdida del balón. Pueden ejercer con más orden, vigor y continuidad presión sobre el rival. Sin atrofiar un ápice de las virtudes individuales, colectivamente le dieron más velocidad a su elaboración sin perder precisión.
Brasil y Argentina, quizá los dos candidatos más firmes para acabar con la hegemonía europea en los últimos mundiales, cuentan con un gran caudal de futbolistas con talento, creatividad, gambeta y excelsa técnica, pero desde el ideario de sus entrenadores y conscientes de lo que el fútbol de élite exige, colectivamente han sabido aceptar e incorporar tareas y responsabilidades que antes eran algo subestimadas.
La pregunta que surge es si frente a las selecciones europeas, muchas de ellas con excelencia técnica (individual y colectiva) y que hace ya varios años desarrollan esas mismas formas que ahora practican argentinos y brasileños, les alcanzará para superarlas. No hay las suficientes pruebas para emitir un concepto porque en estos tiempos no hay amistosos Sudamérica-Europa.
Será, entonces, el mismísimo Mundial el que sirva de escenario para comprobar si la supremacía que Brasil y Argentina imponen en Sudamérica también la pueden gestionar en Catar para doblegar al resto del mundo, especialmente a los europeos. Han pasado 20 años del último título de Sudamérica (Brasil en Corea y Japón), lo que ya es mucho tiempo. Parece hora de deshacerse de ese sometimiento.