Sabíamos que los primeros minutos iban a ser así, y teníamos que aguantar”. Así declaró David Ospina luego del empate de Colombia ante Uruguay. Cómo me gustaría que el gran arquero colombiano, y en general el jugador colombiano, no aceptara sumisamente esa aseveración que se ha entronizado en la psiquis de los futbolistas.
Aguantar la presión de los uruguayos, y no fue solo los primeros minutos sino más de media hora del primer tiempo, resultó muy complejo y sin solución para Colombia. Quedarse un segundo más con el balón, no desmarcarse más rápido y más simultáneamente, venir a recibir el balón y siempre quedar de espaldas, tener delanteros con menos posibilidades para ganar balones largos y divididos por fuerza y velocidad como Borré y Falcao, que es una manera de desembarazarse del acoso en punta, entre otros aspectos futbolísticos, favorecieron la agresiva, vigorosa presión uruguaya. Media hora en la que debió anotar un par de goles de no mediar los reflejos de Ospina y el inusual desacierto de Luis Suárez.
En la pasada Copa América, ya Colombia vivió —sufrió—, frente a Ecuador y Brasil, un asedio continuo y enérgico muy parecido y le resultó muy difícil descubrir y ejecutar soluciones. Un aspecto táctico que aún debe mejorar. El ingreso de Duván Zapata, Roger Martínez y Lerma, por sus características físicas, más la disminución en la presión de Uruguay, tras el ritmo intenso que impuso en la primera etapa, se combinaron para que Colombia equilibrara el desarrollo del partido, sin necesidad de aumentar su calidad, pero sí, siempre, sosteniendo el eficiente trabajo defensivo y en general la actitud competitiva. El epílogo del partido fue el momento de más y mejor control de Colombia, que tuvo la mejor y más clara oportunidad de gol, inexplicablemente errada por Duván Zapata, tras una limpio servicio de Díaz, que fue el más atrevido y peligroso.
Al lado de Díaz se destacaron Ospina, en el primer tiempo, Cuesta y Mina, impecables en el juego aéreo y en los duelos. También, cómo no, la infaltable regularidad y capacidad de quite de Wílmar Barrios. En cambio, Cuadrado podrá decir cuando se retire y le pregunten que en medio de tan notable desempeño y liderazgo en la Selección Colombia, si recuerda el peor partido que jugó, dirá inmediatamente: con Uruguay, un 7 de octubre de 2021.
No fue una armoniosa y atildada muestra de fútbol de Colombia, pero tuvo temple competitivo. Después de tan exigente rival y desgastante trámite, un punto fue un buen tesoro, que multiplicará su valor si sale airoso ante Brasil y Ecuador.