
#BarranquillaElEjemplo
En Barranquilla los empresarios se meten la mano y crean ventanas al mundo, aletas de tiburón, vacunan gratis a sus empleados y rescatan la visibilidad y disfrute del río Magdalena, día a día pelean por la navegabilidad del mismo, mientras que nosotros los cachacos poco hacemos por el río Bogotá, mugriento e impresentable y los empresarios, salvo excepciones, poco se preocupan por embellecer la ciudad.
Los “cachacos” somos los que más nos reímos y burlamos de cosas que ocurren en Barranquilla y que en vez de dar risa deberían ser objeto de emulación, porque son ejemplo de desarrollo, de pujanza, orden y liderazgo.
La Fórmula 1 hoy en Barranquilla es un sueño posible, Bogotá tuvo ese mismo sueño, tuvimos una pista con especificaciones para ello y se dejó perder, pero ahora nos burlamos de la Arenosa, sabiendo que ella en este momento nos lleva años luz.
Tan solo con pensar que la distancia entre Barranquilla y Cartagena o Barranquilla y Santa Marta es poco mayor que la distancia entre Bogota y Melgar o Bogotá y Villavicencio, y sin embargo, los primeros recorridos, con prudencia, pueden realizarse en menos de dos horas a cualquier hora del día y prácticamente durante todo el año, mientras que las distancias de la capital con municipios cercanos, como los descritos antes, pueden hacerse en más de tres horas, sobre todo por los trancones antes de llegar a la carretera, es una vergüenza.
En Bogotá pudimos ver a Maradona campeón y tener el mejor gol de los mundiales en nuestro país, pero desde la misma ciudad se torpedeó esa situación, es como si los cachacos nos auto-saboteamos, pero no permitimos que los demás avancen.
Barranquilla tiene un Carnaval reconocido y elevado a categoría de patrimonio cultural, mientras que Bogotá apenas saca pecho con eventos que lejos están de tener esa trascendencia, el festival de teatro perdió su fuerza y aún están mirando cómo recuperarlo.
En Barranquilla los empresarios se meten la mano y crean ventanas al mundo, aletas de tiburón, vacunan gratis a sus empleados y rescatan la visibilidad y disfrute del río Magdalena, día a día pelean por la navegabilidad del mismo, mientras que nosotros los cachacos poco hacemos por el río Bogotá, mugriento e impresentable y los empresarios, salvo excepciones, poco se preocupan por embellecer la ciudad. No solo eso, las pocas obras de arte de la capital además son atacadas por sus propios ciudadanos, es decir que además de poco agraciada, poco querida, poco cuidada.
Barranquilla se ha desarrollado tanto como ciudad en los últimos años que ya no solo se habla de Cali y Medellín como las grandes ciudades de Colombia después de Bogotá, sino que ahora la Arenosa ocupa los primeros lugares.
Pablo Picasso decía “si lo imaginas, es real”, entonces ¿con qué derecho vamos a burlarnos de los sueños barranquilleros? Ojalá en Bogotá tuviéramos el sentido de comunidad que une a los habitantes en ciudades como Barranquilla, ojalá la cultura ciudadana fuera más fuerte como la de los barranquilleros.
La próxima vez que un cachaco se quiera reír de un sueño costeño debería más bien mirar hacia adentro, hacia Bogotá, y empezar a seguir el ejemplo de Barranquilla.
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