
La temporada de huracanes de 2020 ha sido devastadora. Con 30 tormentas tropicales o subtropicales, es la temporada de huracanes más activa registrada en la historia, superando hasta el momento 145 billones de pesos en daños totales. Ha dejado intactas pocas zonas costeras del Caribe y para muchos reconfirmado la relación entre el cambio climático y los huracanes en el atlántico. Barranquilla, ciudad deltaica por excelencia, podrá verse gravemente afectada por cómo el calentamiento global está cambiando el comportamiento de las tormentas.
Esto es lo que se sabe. Varios reportes científicos determinan que habrá mayor volatilidad en el sistema climático, con tormentas que se intensificarán rápidamente de manera imprevisible, convirtiéndose en una nueva normalidad. La temporada de huracanes de 2020 pasará a la historia por sus tormentas de rápida formación, con dos de las tormentas con más rápida intensidad ocurriendo en estas últimas semanas, lo cual es extraordinariamente tarde en el año para una temporada de huracanes. Los huracanes Eta e Iota se fortalecieron rápidamente, intensificándose por 130 km/hr en menos de 24 horas, una tasa que se había logrado solo ocho veces antes de este año, y nunca después de octubre. También se ha demostrado que el calentamiento global ha venido aumentado la probabilidad a casi 10 por ciento por década de que un huracán se transforme en uno de Categoría 3 o mayor, con vientos sostenidos superiores a 175 km/hr por hora. A medida que el planeta se caliente, nuestra atmósfera podrá retener más humedad y por ende habrá más lluvia. Con vientos y aguaceros más fuertes habrá daños más frecuentes y peligrosos a nuestros hogares e infraestructura. Estos fenómenos en combinación con el aumento del nivel del mar, agravarán las inundaciones costeras.
Barranquilla ya ha venido sintiendo estos efectos climáticos. Hace unas décadas nadie creía que aquí se pudieran vivir eventos ciclónicos como el tornado del 2006, el cual destruyó tres escuelas, varias torres de iluminación y tanques de agua. Varias personas resultaron heridas, incluyendo niños de las escuelas. Desde entonces, cada año se producen uno o más tornados. Un estudio del Banco Mundial confirma la preocupación. De mantenerse el ritmo actual en el aumento del nivel del mar, Barranquilla es la segunda ciudad costera (después de Alejandría, Egipto) con mayores riesgos de inundación estimados para el 2050. Más del 75% de la población de Barranquilla habita en áreas de influencia de humedales, presentando así riesgos de inundaciones. Esto reafirma la necesidad de fortalecer la vocación ambiental de la ciudad, con la protección de los manglares siendo prioridad para mitigar los efectos de las temporadas de huracanes venideras.
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