Es posible que a la par de los partidos y los goles, podamos ver lo que ganan económicamente y cómo viven los mejores jugadores del mundo. Es posible también, que a diario veamos el mercado y la movilidad laboral de los futbolistas que pasan de un equipo a otro medidos en euros o dólares equivalentes a su brillantez dentro del terreno de juego.

Pero, la verdad es que el gran mundo del balompié conoce a los jugadores cuando llegan a equipos de primera división y, tal vez, un poco antes en los seleccionados menores de sus países. Pero, detrás de esa presencia triunfadora, hay miles de historias de pobreza, de falta de oportunidades, que van dejando atrás gracias a la práctica del fútbol.

Entre caminar kilómetros sin desayunar para ir a un entrenamiento y llegar a triunfar en el fútbol y alimentarse de buena manera y comprarse el mejor automóvil que jamás soñó, hay un trecho lleno de frustraciones y amarguras. También de gente anónima que lo va ayudando en casa fase. Desde el señor del barrio o del pueblo que empeña la plancha, el televisor o su vieja bicicleta para poder comprar un balón y camisetas para el equipo de fútbol que sostiene, aún con lo que no tiene, hasta el ojo clínico de quien se da cuenta que ese niño tiene la capacidad para convertirse en buen jugador.

Ese proceso del jugador de fútbol es la muestra que el balompié es socialmente importante dentro de las clases menos favorecidas. La práctica de fútbol vence la tentación de las drogas, de la delincuencia y de tener que ir a laborar desde la niñez para conseguir el pan de cada día y el éxito, de quien lo logra, no sólo lo redime a él sino a su familia y a su comunidad.

En Colombia y en el mundo la cuna de los grandes futbolistas, a la par de las ciudades capitales, son poblaciones que se dan a conocer gracias a haberlos parido. Como Yerry Mina con Guachené, Mohammed Salah con Negrig, Juan Guillermo Cuadrado con Necoclí o Sadio Mané con Sédhiou y miles y miles de nombres, de pueblos o de barrios a los que llega la ayuda gubernamental y comienzan a progresar a través del ejemplo del niño que nació allí y se abrió camino en el mundo del fútbol.

Que haya gente que no acepte al fútbol como un fenómeno cultural que mueve masas, es problema de ellos. Pero que ignore el fenómeno de la redención de niños y jóvenes a través del fútbol, es imperdonable…