Se venía un partido como el que finalmente vimos la noche del jueves en el Metro. Corrido, peleado, luchado, de derroche físico. Junior le ganó 2x0 a Defensa y Justicia, en Copa Suramericana, después de correr de principio a fin, buscando el arco contrario, y sin renunciar a su esencia: el juego ofensivo. Los ay de la tribuna sirvieron de fondo a la actividad del equipo barranquillero en los remates permanentes a la puerta del arquero Ezequiel Unsain. Junior fue un justo ganador. La perseverancia rojiblanca tuvo que transitar hasta el minuto 29 del segundo tiempo para anotar el esperado gol de Luis Díaz, ante centro al área de Daniel Moreno, y esperar hasta el minuto final para apostillar el triunfo con el penal convertido por Rafael Pérez y pitado por Marques ante falta de Francisco Cerro sobre Marlon Piedrahita. El 0x0 hubiera sido demasiado premio para los argentinos y “demasiado poco” para los tiburones. Al final, al Junior le salió la noche redonda. Jugó un buen partido, ganó, lo hizo con una buena ventaja (que no es para sentirse cómodo, pero ventaja al fin) y evitó recibir gol del visitante.

El gol de Luís Díaz fue maravilloso. Un centro desde la derecha de Daniel Moreno fue bajado de pecho por el guajiro, dentro del área, para rematar luego de derecha amagando con el perfil para engañar al arquero Unsain.

El penal de Cerro sobre Piedrahíta fue evidente a más que el árbitro brasilero Ricardo Marques estaba muy cerca de la jugada. “Extrañamente” el cobrador fue Rafael Pérez que lo hizo de manera impecable. Duro, fuerte, al centro haciendo que el arquero se lanzara a su izquierda. Sólo encontró el viento de la noche barranquillera. Pérez pateó tal y como lo ha hecho en definiciones desde el punto penal.

En uno y otro caso los goles sirvieron para recordar la vida y la muerte. Díaz, con los ojos inundados de recuerdos, corrió a buscar una camiseta blanca grabada con la foto de Rosaura Jiménez, su abuelita paterna, que falleció el lunes en San Juan del Cesar. Pérez tomó el balón y lo puso debajo de su camiseta informando a todos que un hijo viene en camino.

Al borde de la cancha, mientras los hinchas empujaban al equipo desde la tribuna y unos pocos gritaban improperios a su persona, el DT Julio Comesaña sufrió con cada ataque que se perdía hasta que el gol de Díaz le hizo cambiar el gesto de preocupación. Comesaña conoce muy bien a Defensa y Justicia y sabía que el partido iba a ser una confrontación de derroche físico, sudor y mano a mano a cada segundo. Pero también sabía que con un gol ganaría. Junior no hizo uno sino dos.

Comesaña dijo en rueda de prensa que habían extrañado a Jarlan Barrera. Es posible. Pero los equipos de jerarquía son equipos. Dependen del “team work”. Ese trabajo colectivo es la mejor manera de suplir las ausencias individuales. Junior no sufrió anoche por la generación de juego a pesar de haber jugado sin su “caja de velocidad” notándose, a veces, muy predecible y repetitivo. Sufrió porque el volumen de ataque, el número de llegadas a la portería contraria, no se tradujo en goles hasta el minuto 74. Para entonces, la posesión del Junior era del 66,00% contra 34,00% de Defensa y Justicia.

Había que ganar y se ganó. Había que hacerlo por más de un gol y Junior anotó dos. Había que evitar que el visitante hiciera un gol y conservó el arco en cero.

Capítulo aparte el tema de los aficionados. Hemos venido insistiendo en que es hora de la reconciliación de la hinchada con el equipo. De la media de 3.000 asistentes pasamos a 9.700 con Tolima. Anoche asistieron 13.331.

El próximo jueves la llave se cerrará en el Estadio Ciudad de Lanús en al gran Buenos Aires a las 7 :45 PM hora de nuestro país.

El partido de vuelta será mucho más duro que el de anoche pero Junior, está para seguir avanzando…