A la mayoría de barranquilleros lo que les interesa es que la Triple A brinde excelentes servicios de agua, alcantarillado y aseo. Son los entendidos los que le dedican tiempo a las complejidades jurídicas, técnicas, financieras y contables de la empresa.
Complejidades que determinan la calidad de los servicios.
Por ejemplo, del agua la Sociedad de Ingenieros Químicos ha efectuado pruebas que demuestran, según Osvaldo Del Castillo, su presidente, que no es potable: contiene bacterias comunes en excrementos, lo que significaría que estamos consumiendo líquido con saborización fecal. No creo que los ingenieros químicos estén jugando al pánico. Y tengo evidencias de que el aseo ha desmejorado en los barrios populares.
Lo que está sucediendo en Triple A está interconectado dialécticamente con las nefastas decisiones que tomó en 1996 el alcalde Edgar George. Quiere decir que a la pesadilla de Inassa y a la pérdida del control accionario no llegamos por un caprichoso azar metafísico. George creó, mediante mañosa reforma estatutaria de la Triple A, las acciones Serie C para facilitar el ingreso del socio operador calificado, Aguas de Barcelona, pasándose por la faja el Acuerdo del Concejo N°0023 del 6 de junio de 1991, en particular los literales C y D del artículo 5, de conformidad con los cuales las acciones de la empresa eran Serie A (sector público) y Serie B (sector privado). Las primeras nunca serían superiores al 89 %, ni inferiores al 85 %, y las segundas no superiores al 15 %.
El exalcalde basó su decisión en un argumento embaucador: que la Triple A necesitaba una inyección de capital, pese a que un informe de resultados financieros había mostrado que en 1995 tuvo ingresos operacionales de $43.973.323.071 y una utilidad neta de $620.657.609. Y unos bonos que puso en oferta fueron adquiridos rápidamente en el mercado bursátil.
George selló su acuerdo con los españoles viajando a Barcelona cuando el cadáver del ex secretario de Gobierno Jorge Vergara Acosta aún no se había enfriado, tras suicidarse el sábado 23 de noviembre de 1996.
Esas acciones Serie C terminaron convirtiendo a los españoles (llámese Aguas de Barcelona, Inassa, Canal Extensia y Canal Isabel II), a la vez, en operadores y propietarios mayoritarios de la empresa. Una cosa es la propiedad y otra la operación del servicio, por lo cual deberían separarse. Además, ¿por qué nunca fueron anuladas esas acciones no contempladas en el Acuerdo 0023?
Lo decidido por George no tuvo resistencias ni en el Concejo, ni en los gremios económicos, ni en el periodismo, ni en el Movimiento Ciudadano que ya había roto su vínculo con el Gobierno local.
Dejar la Triple A en manos de españoles aliados a criollos poderosos, y de la SAE últimamente, jamás debió pasar. Presidente, ayude a Barranquilla a recuperar el control de la empresa.
@HoracioBrieva