El pasado 10 de diciembre se cumplieron 40 años de haberse realizado la ceremonia de gala en la que Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura. Recuerdo con mucha alegría esa mañana de diciembre en que la prensa y los noticieros de televisión se referían a las mariposas amarillas y a los pescaditos de oro, como animales de nuestra fauna caribe.
Conocí la obra literaria de Gabo, de la misma forma en que seguramente lo han hecho muchos colombianos: por obligación. Su novela más conocida, Cien años de soledad, hacía parte de la lista de libros que debíamos leer, sin muchas explicaciones o espacios para análisis, durante el bachillerato. Cuando hice esa primera lectura (la única obligada de sus libros), ya tenía casi decidido que estudiaría medicina, por lo que disfruté mucho el poder identificar condiciones de salud en los personajes.
Al ir avanzando en mi formación profesional, y en momentos en los que sentí la necesidad de un poco de realismo mágico en mi vida, releí un par de veces la historia de Macondo. En esas ocasiones, y ya con la herramienta del internet disponible, pude investigar un poco acerca de las relaciones en la obra del Nobel con las ciencias médicas. Citaré brevemente en esta columna algunos hallazgos de mi trabajo que, con ilusión, espero motiven a las nuevas generaciones de talento humano en salud a acercarse, sin ser obligados, a disfrutar de esta pieza maestra de la literatura universal, Cien años de soledad.
Para aquellos que les guste la genética, tendrán un buen caso de estudio en el hijo de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia. La cola de cerdo del recién nacido materializa el temor de los fundadores de Macondo, Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía. El poder de las migraciones para diluir los riesgos de las relaciones endogámicas, puede ser un buen punto de partida para un análisis con contexto de la patología descrita.
El gitano Melquíades y su historia de sobreviviente a numerosas plagas y enfermedades, entre ellas: el escorbuto, la lepra, el beriberi y la peste bubónica, sirve para que quienes se sienten atraídos por la salud pública revisen las pandemias y sindemias que han afectado a la humanidad.
Los que se inclinen por la pediatría y la psiquiatría encontrarán, en el hábito de comer tierra y cal que tiene la pequeña Rebeca, una excelente descripción de lo que es una pica. Elucubrar sobre las causas podría resultar en un interesante análisis etiológico.
Los que sientan afinidad por la neurología, aprenderán con su lectura una linda forma de describir esa infame enfermedad que poco a poco va nublando la memoria y que con mucha frecuencia termina en un estado severo de demencia. Es curioso como la obra escrita entre 1965 y 1966 relaciona el insomnio con la enfermedad del olvido, relación que solo en este siglo ha sido abordada para ser estudiada científicamente. Interesante también resultan las terapias y ayudas a las que acuden los enfermos por la epidemia de pérdida de los recuerdos.
Basado en mi historia con Gabo y como reflexión final: creo que los libros lo encuentran a uno y no uno a los libros, así que evitemos escondernos mucho.
¡Feliz Navidad, regalen y regálense libros!
PD: Agradezco al Dr. Bernardo Uribe García el haberme compartido este interesante artículo, recientemente publicado, en la prestigiosa revista Brain: Gabriel Garcia Marquez, the greatest of the amnesia writers .
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