El Heraldo
Opinión

¿Todos somos corruptos?

Y si recorriéramos cada municipio y cada poblado de nuestro departamento, lo que encontraríamos sería un semillero de personas que en su vida preclara y cristalina han hecho las cosas bien y son ejemplo de la cotidianidad de nuestra Guajira. 

Con los últimos acontecimientos que han venido ocurriendo en La Guajira, donde hemos sido estigmatizados hasta la saciedad, de ladrones y bandidos, como si fuéramos los mayores corruptos del país, surge la pregunta obligada ¿todos somos corruptos? No. Pero para la gran  prensa nacional y para la dirigencia de Colombia y qué tristeza, parte de La Guajira, por sus intereses personales y de poder, sí lo somos. Se ha llegado al extremo de ofendernos y de maltratarnos de manera lacerada a nuestra moral.

Es bueno reconocer que la corrupción ha permeado todos los estratos sociales, es una verdad que no amerita discusión. Corrupción que se disparó con la entrada en vigor de la Constitución, con las elecciones a gobernadores  alcaldes, diputados y concejales, ahí ha sido Troya. La ambición de poder y el llegar a dirigir a un departamento o a un municipio con objetivos claros: en la mayoría de los casos, con intereses personales. Prueba de ello: varios exgobernadores, exalcaldes, procesados por la justicia, por actos de corrupción.Pero esto no indica que todos los guajiros seamos corruptos. La decencia como servidor publico, sigue haciendo historia en varios funcionarios públicos, ejemplos existen a montones.

Los otros casos de corrupción se dan entre los mismos wayúus, con la distribución de los recursos que llegan para los resguardos indigenas, donde siempre han sido asaltados en su buena fe por algunos de sus líderes, en compañía de reconocidos líderes alijunas.También en el sector privado se han dado casos de corrupción y de reconocidos empresarios que fueron expulsados del Cerrejón, que en compañía de funcionarios de la multinacional, timaron a la multinacional, en millones de dólares. Pero todo esto no da para juzgar a todos los guajiros como corruptos.

Pero volviendo al tema de esta columna, La Guajira, con lo que cuenta es con un ejército de gente noble, honesta, proba, transparente y como lo dice el dicho popular: somos más los buenos que los malos. Si hiciéramos un balance a groso modo en nuestro territorio, lo que abunda, sin lugar a dudas, es gente honesta.

En Riohacha, la gente honesta ha brillado con luz propia y existe un ejército moral con que cuenta Riohacha. Si nos fuéramos a San Juan del Cesar, encontramos valores de tanta gente honesta y trabajadora.Un pueblo lleno de historia en su desarrollo económico, que ha dado lo mejor de sí, pero con trabajo honesto.

Si nos fuéramos a Fonseca, encontraríamos talantes morales de la talla de Estivinson Marulanda y de tanta gente honesta y trabajadora.En Distracción, la tierra de los laureles, personas honestas brillan por doquier. En Urumita, talantes de gente honesta se encuentran irrigados en toda la población. En Maicao, personas honestas y rectas en sus procederes existen a montones.

En Villanueva existen talantes de gente honesta y pulcra, de eso no hay la menor duda. Para describir a tanta gente proba y sin mácula, dos cuartillas serían insuficientes para enumerarlas. Villanueva ha dado y continúa dando hombres de bien en todo su recorrido. Personas sin tacha alguna en su devenir histórico.

Y si recorriéramos cada municipio y cada poblado de nuestro departamento, lo que encontraríamos sería un semillero de personas que en su vida preclara y cristalina han hecho las cosas bien y son ejemplo de la cotidianidad de nuestra Guajira. La división reinante entre las orillas políticas, ha sido el talón de Aquiles para que la opinión nacional nos haya estigmatizado de la manera más ruin con que se ha golpeado a una región de la Patria y a una población inmersa eso sí, en tantos desafueros, que hemos perdido nuestra dignidad y nuestra honra por culpa de las acciones malévolas de unos pocos que se constituyen en la minoría, pero que se convierten en el foco de atención de todo un país, que de manera injusta, pagamos justos por pecadores, por casos específicamente de corrupción y de robos descarados. Estamos a tiempo de corregir tantos entuertos.

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