Cuenta el mito griego que Narciso era un joven tan hermoso que las mujeres se enamoraban de él con sólo verlo, pero él las rechazaba, le ocurrió a muchas doncellas. Tanto dolor causó que la diosa de la venganza, Némesis, decidió castigarlo haciendo que se enamorara de su propia imagen que se vería reflejada en una fuente. Cuando esto sucedió, Narciso quedó tan enamorado de su imagen que se arrojó al agua para capturarla, se sumergió detrás de ella hasta lo más profundo y se ahogó. El mito dice, además, que en ese sitio creció una hermosa flor que lleva ese nombre y tiene connotación de renacimiento.

De este mito se deriva el término narcisismo, para referirse a una persona que siente una gran admiración por sí misma, con una imagen sobrevalorada en función de una supuesta cualidad o dote, que piensa que los demás son inferiores y, por tanto, le deben admiración; así mismo, no tienen empatía con los demás, por lo que no establecen relaciones adecuadas sino pensando en su interés.

El narcisismo patológico hace referencia a un trastorno en el que lo relevante es un egocentrismo exagerado con una marcada necesidad de admiración y elogio, aplanamiento afectivo con indiferencia hacia los sentimientos y necesidades de las otras personas, intolerancia a la crítica y una creencia de ser especial y más importante que los demás. Exageración de logros o talentos, fantasías acerca del poder y el éxito y uso de acciones cuestionables para lograrlos; arrogancia, con expectativas no razonables de ventajas sobre los demás; sensación de ser envidiado y, también, de envidiar.

La psiquiatría es mucho más que esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión o ansiedad, existe todo un universo de trastornos de la personalidad, unas afecciones mentales en las que una persona tiene un patrón persistente de comportamientos, emociones, pensamientos, que difieren de lo establecido por la cultura del lugar donde se presentan. Puede ser usted mismo, su esposa, su vecino, cualquiera puede tener un trastorno de personalidad, basta con conocer sus síntomas para diagnosticarlos.

La vertiginosa ascensión al poder y la estrepitosa caída desde los cielos del presidente Donald Trump en su periplo por la Casa Blanca, representa una metáfora contemporánea del mito de Narciso, ensoberbecido en el convencimiento de ser presidente de uno de los países más poderosos del mundo, para terminar ahogado en la laguna de su chocante arrogancia que exhibe con desparpajo, el mentón levantado y el puchero de superioridad en los labios.

Ojalá el renacimiento con Joe Biden como futuro ocupante de la Oficina Oval en Washington traiga otras propuestas menos narcisistas a nivel interno y mundial, la situación en todos los rincones de la tierra nos ha mostrado que el caudillismo debe ser algo superado por la historia, pues, evidenció que lo que sirve es la cooperación entre todos.

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