Hombres al agua parece ser una comedia ligera, pero en realidad lleva un mensaje mas profundo de lo que aparenta. La trama está inspirada en hechos que sucedieron en Suecia con un club de natación masculino que se dedicó a practicar natación sincronizada. La historia trae a colación otros grupos de hombres que han tratado de inmiscuirse en actividades tradicionalmente asignadas a mujeres, como suele suceder sobre todo en el mundo de la danza, como lo muestra el documental When the Beat Drops (2018) de Jamal Sims.

Dirigida por el francés Gilles Lelouche, cuenta con reconocidos nombres del cine francés como Mathieu Amalric, en el papel de Nertrand; Guillaume Canet, quien ha trabajado anteriormente con este director, en el rol de Laurent; Benoît Poelvoorde como Marcus, y Jean-Hugues Anglade como Simon, entre otros.

Con profesiones y ocupaciones diferentes, este grupo de cuarentones, que no han logrado el éxito esperado en ese momento de la vida, encuentran una pasión común en la natación sincronizada, actividad que rompe con los patrones sociales establecidos y les ofrece un refugio espiritual.

Cada uno viene de una extracción diferente, como un rockero frustrado, un padre de familia desempleado que sufre depresión, un hombre de negocios al borde de la quiebra o un trabajador de un restaurante obsesionado por acaparar la atención de su hija.

A pesar de las burlas típicas del medio que los rodea y hasta de sus propios familiares, estos antihéroes deciden tomar en serio la práctica, y conforman el primer equipo masculino de Francia. A partir de ese momento, los entrenamientos se vuelven cotidianos y mas estrictos y la situación de cada uno empieza a cambiar.

Se preparan con una excampeona de natación tan obsesiva que los mantiene al trote, y está decidida a superar cualquier obstáculo, desde una simple riña personal hasta los conflictos familiares para lograr asistir con éxito a la competencia internacional.

A pesar del tono superficial y en ocasiones exagerado, la cinta nos hace cuestionar y recapacitar sobre los estereotipos impuestos, permitiéndonos la entrada a espacios que, sin sentido, la sociedad opta por restringir. Solo abriendo las puertas y explorando nuevos caminos se puede encontrar el verdadero, y solo saliendo de la zona de confort encontraremos el confort que buscamos, parece decirnos.

El filme participó fuera de concurso en el Festival de Cannes 2018, estuvo nominado a varios premios Cesar en Francia, y Philippe Katerine fue el ganador del premio a Mejor Actor Secundario. Para poder realizar los números que se observan en la película, los actores se prepararon por varios meses con Julie Fabre, entrenadora de Francia para las Olimpiadas en natación sincronizada, un deporte atribuido por lo general a mujeres. La cinta, como muchas otras que han aparecido recientemente, desmitifica la asignación de género a ciertas actividades, y abre paso a la libertad de expresión.