Si bien el mundo del periodismo ha sido desacreditado recientemente por la cantidad de noticias falsas que invaden los medios, también se encuentran casos de gran coraje que denuncian situaciones de abuso como fue la denuncia del caso Watergate que muestra All the president’s men, o los atropellos de la iglesia católica en Spotlight.

La película Ella Dijo se suma a este género que combina cine y periodismo, y se basa en el libro del mismo nombre escrito por dos reporteras del New York Times que rompieron el silencio acerca de lo que se cocía al interior de Hollywood respecto al tratamiento de la mujer, hecho que dio origen al movimiento #MeToo en 2017.

 Jodi Kantor (Zoe Kazan) y Megan Twohey (Carrey Mulligan) fueron quienes comprobaron, con el apoyo de la editora Rebecca Mulligan (Patricia Clarkson), el grado de toxicidad al que había llegado la situación, en especial por parte del productor Harvey Weinstein, quien por su posición de poder manipulaba la vida de las artistas a su antojo. Dicho caso se extendió no sólo a otros personajes dentro de los confines de esta industria sino a muchas otras áreas donde imperaba la misma cultura.

Aunque la situación en el medio del cine era conocida, y con frecuencia se hacía alusión al “diván de la audición” como requisito para ingresar a Hollywood, nadie se había cuestionado la gravedad del asunto.

Dirigida por Maria Schrader y escrita por Rebecca Lenkiewicz, la historia empieza cuando Kantor recibe la información de que Rose McGowan ha sido asaltada sexualmente por Weinstein. Si bien al comienzo ésta se niega a comentar, posteriormente relata un acontecimiento sucedido con el nefasto personaje cuando estaba empezando en Hollywood a los 23 años.

Seguidamente Ashley Judd y Gwyneth Paltrow describen sus propias experiencias, pero rehúsan usar nombre propio. Las periodistas deciden interrogar a los personajes que han trabajado directamente para Weinstein, descubriendo una red completa encargada de encubrir y silenciar los hechos. Y aunque al comienzo la sensación de frustración es enorme porque nadie quiere dar la cara, más y más testimonios empiezan a aparecer.

Mientras el trabajo investigativo las consume, se mezclan escenas esperanzadoras de la vida personal de las periodistas, cuyos compañeros asumen las labores domésticas, una visualización esperanzadora de cambio.

A pesar de que la historia podría dar para escenas sensacionalistas, la película no cae en la tentación, mostrando una fina discreción que pone el caso a la altura que merece, teniendo en cuenta que conocemos el desenlace.

Muchos altos ejecutivos terminaron renunciando de sus cargos, y las mujeres encuentran ahora más oportunidades de desempeño sin necesidad de ser humilladas o presionadas a comportamientos inaceptables.

La historia del movimiento #MeToo ha evolucionado, y continúa vigente, pero pasará mucho tiempo para que los patrones culturales cambien. Por eso la denuncia es tan importante, si queremos crear un ambiente más sano del cual futuras generaciones puedan beneficiarse.