La nueva película de Jane Campion, El poder del perro, lleva el exquisito sello de esta directora, la única mujer que hasta este año había ganado la Palma de Oro en el Festival de Cannes por The Piano (1993), su obra cumbre.

Adaptada de la novela de Thomas Savage (1967), la historia se centra en la relación entre Phil (Benedict Cumberbatch), y George (Jesse Plemons), dos acaudalados hermanos propietarios de un rancho en Montana, donde crían y transportan ganado. De carácter opuesto, los dos se complementan en la parte comercial, cosa que no sucede en el trato personal.

George es calmado y pacífico, vive en el presente, y se concentra en labores administrativas; mientras Phil se presenta como agresivo y dominante y, a pesar de haber tenido acceso a educación superior, se ocupa del trabajo de campo, sumergiéndose en la cría y mantenimiento del ganado; trata a su hermano con desprecio, cuestiona su intelecto y hace mofa de su físico.

Cuando George decide casarse con Rose (Kristen Dunst), una viuda que maneja una pensión aledaña, Phil es consumido por los celos. Se dedica a hacerle la guerra, no sólo a ella sino a su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee), un adolescente cuyo comportamiento desafía los patrones tradicionales de masculinidad de la época, hecho que compensa con una inteligente y calculada estrategia para defenderse, pero sobre todo proteger a su madre, promesa que da comienzo y fin a la narración.

Dividida en capítulos, lo que empieza como un verdadero western se transforma en un auténtico thriller psicológico, con excelente desarrollo de caracteres que nos mantiene atrapados hasta el sorpresivo desenlace. Y es aquí donde se expone la destreza y la vena sensible de Campion, quien en ocasiones nos transporta a escenarios de Brokeback Mountain o The Piano.

Los conflictos interiores, los secretos de familia, la lucha contra las convenciones impuestas por una sociedad de un machismo exacerbado y la exploración de la sexualidad, son elementos que se manejan con tal agudeza y universalidad que bien podrían ubicarse en cualquier escenario y en cualquier momento histórico.

Campion rastrea la ambigüedad de sus personajes destruyendo estereotipos o desplegando la gama de grises que develan la esencia del comportamiento humano. A partir de una simple mirada o un gesto experimentamos la disección del deseo, la represión o la frustración que sienten.

Por eso el filme nos lleva a indagar más allá, a elaborar sobre esas pequeñas claves o insinuaciones, y a concluir con certeza que tal vez lo mejor sea verlo por segunda vez y comprobar así nuestras conclusiones - o tal vez llegar a otras.

La fotografía de Ari Wegner, que capta la grandeza y la sensualidad de la naturaleza, sirve de contraste con el ritmo perturbado e irascible de la música de Jonny Greenwood, que nos mantiene en permanente expectativa.

La película, que se presenta por Netflix, tuvo su premier el Festival de Venecia donde obtuvo un merecido premio de dirección y se perfila como favorita para los Premios de la Academia.