Cuando un director como Peele aparece con una cinta tan innovadora como Get Out (¡Huye!, 2017), que capturó a la audiencia tanto por su contenido como forma, son muchas las expectativas, y por tal razón Us (Nosotros, 2019) no logró el mismo impacto, y Nope, la más reciente, nos deja con el interrogante.

Y digo interrogante porque la película está dotada de tal cantidad de referencias históricas, empezando por la frase bíblica del comienzo, que permiten reconocer el talento que hay detrás, y, sin embargo, el conjunto no provoca la satisfacción plena que sentimos con Get Out. Tal parece ser la condena que sufre cualquier artista cuando produce una obra de ese calibre.

En Nope encontramos de nuevo al excelente Daniel Kaluuya, interpretando el papel de OJ y a Keke Palmer en el rol de Emerald Haywood, dos hermanos que representan los últimos descendientes del jinete que aparece en la película de Eadweard Muybridge, “The Horse in Motion”, primera filmación en la historia del cine.

Es un comienzo genial, tanto en el aspecto conceptual como en imagen y montaje, y de inmediato entendemos que este curioso pasado ha influenciado la decisión del padre, Otis Haywood (Keith David), de construir un rodeo donde se entrenan los caballos de Hollywood.

OJ debe conservar el negocio después de la extraña muerte de su progenitor, provocada por un objeto volador. Pero hay algo que se percibe en el ambiente que ha afectado a los animales, y no tarda en descubrir tras las nubes un amenazante OVNI que asoma en las mágicas horas del atardecer.

La reacción de los hermanos ante el caso es diferente. Mientras OJ es callado y enigmático, Emerald es energética y decidida, acaparando la atención. Los dos confrontan la invasión, pero quieren hacer de ella un espectáculo, tomando registros fotográficos. En el intento de lograr la imagen perfecta se unen Antlers Holst (Michael Wincot), un aburrido fotógrafo, y Ángel Torres (Brandon Perea), un empleado de una tienda electrónica.

Otro personaje que vemos a lo largo de la cinta es un chimpancé, Gordy, que participa en una serie cómica que se rueda en un estudio adyacente. También él ha enloquecido, y el caso hace referencia al suceso de 2009, cuando un chimpancé desfiguró el rostro de una mujer, quien después apareció en el show de Oprah Winfrey.

Pero, aunque la trama no resulte muy clara, es mejor no distraer nuestra atención dilucidando el argumento, sino dejarse abstraer por las imágenes con sus alegorías y simbolismos alusivos al mundo de Hollywood y a las diferencias raciales y sociales que marcan la obra de este director.

El género tampoco es definido, porque Peele se pasea por los escenarios de la ciencia ficción, el horror, el drama y la comedia, con la libertad propia que sólo alguien como él puede lograr.

La localización es en los ranchos del sur de California, captados espléndidamente por el fotógrafo Hoyte Van Hoytema, conocido por Dunkirk, quien le introduce un misterioso halo que convierte el filme en un original, innovador y folosófico “blockbuster”.