Es probable que esta miniserie alemana de cuatro episodios que presenta Netflix nos haga recapacitar acerca de Google, el gigante tecnológico que a diario consultamos y que cada vez ocupa con más poderío nuestra materia gris.
El Código que valía millones cubre la poco publicitada demanda que hicieron los dos creadores de TerraVision contra Google por el plagio de la tecnología inventada por ellos, que pretendía visualizar el globo terrestre a través de imágenes satelitales. Lo que ahora conocemos como Google Earth cuenta con un pasado que dista mucho de las exitosas historias de pequeños genios que empezaron en el garaje de una casa.
La serie, que tiene su parte de ficción, muestra dos jóvenes en Berlín en 1993, uno estudiante de arte, Carsten (Leonard Scheicher), quien presenta su idea como proyecto de grado, y el otro, Juri (Marius Ahrendt), miembro de un colectivo de hackers.
El plan se cristaliza el día en que Juri ve a Carsten presentando sus imágenes en una discoteca, y no sólo muestra interés en ellas, sino que manifiesta poder mejorarlas. Para ello había que recurrir a un costoso sistema, Silicon Graphics Onyx, por lo cual deciden aplicar a algunas compañías que ofrecen respaldo a tales proyectos. La Deutsche Telekom decide apoyarlos con la condición de presentarlo en un año en la Feria de Kioto. Como el tiempo apremiaba, acudieron a los compañeros de arte y los hackers del colectivo para acelerar la tarea en los estudios de ART + COM.
La entusiasta relación que construyen estos dos muchachos con la ilusión de crear algo que cambie el mundo los lleva a presentarse en varias ferias, hasta que llegan a Silicon Valley donde los intereses y el ritmo de trabajo son otros. Ingenuamente el secreto cae en manos de Brian Anderson (Lukas Loughran) un individuo poco escrupuloso que luego entra a trabajar para Google.
Tiempo después, en 2005, se dan cuenta del plagio cuando se lanza Google Earth, y el drama comienza. En 2006 Terra Vison se reúne con Google para negociar la compra de la patente, pero la oferta resultó un golpe bajo, como tantos otros cometidos por esta poderosa firma.
Conseguir un abogado para demandar a Google era difícil y costoso, y sólo 10 años después la abogada Lea Hauswirtth (Lavinia Wilson), acepta tomar el caso.
La serie va adelante y atrás en tiempo para cubrir tanto el proceso creativo de estos jóvenes ingenuos e idealistas, mostrando algunos traumas que se traen de la niñez, como el proceso judicial. Cuando los vemos ya mayores, interpretados por MarknWaschke y Misel Maticevic, se reencuentran para el proceso, y tal vez esto sea lo único positivo que logran después de haberse distanciado a causa de él.
Los realizadores Oliver Ziegenbalg y Robert Thalheim decidieron mostrar el otro lado de la moneda, y el desconocido desenlace nos deja cuestionando la plataforma más utilizada del mundo, convertida en verbo, sustantivo y adjetivo de nuestras vidas, de la cual, a pesar de todo, resulta imposible desprenderse. ¡Y mejor ni “googlear” el caso!