La ópera prima de la directora franco-tunecina Manele Labidi, de título original Un diván à Tunis, es una divertida comedia con contenido social, que trata el caso de una psicoanalista educada

en Francia que decide regresar a su país de origen después de la Primavera Árabe.

Protagonizada por la actriz iraní Golshifteh Farahani, conocida por Body of Lies (2008, después de la cual tuvo que salir de Irán), About Elly (2009), y Paterson (2016), la película nos muestra las contradicciones inherentes a un país en proceso de cambio, donde romper con los tabúes tradicionales, así sea para algo tan simple como asistir a una terapia, puede desatar conflictos ilógicos e inesperados.

De Selma (Farahani) sólo sabemos que debió emigrar con su familia a Francia cuando tenía apenas diez años. Después de pasar tanto tiempo fuera, cualquiera se pregunta para qué regresar, sobre todo su prima Olfa (Aicha Ben Miled) quien está dispuesta a casarse con un gay con tal de conseguir emigrar.

Pero Selma tiene sus propias razones para volver. Por un lado, la competencia tan grande en su medio profesional en Francia, y por otro, sus planes de ayuda a la comunidad que abandonó siendo tan joven y que ahora se encuentra en un proceso de transición.

Si bien la propuesta tiene acogida en el medio, donde la represión social, política y religiosa interfiere con la vida personal, Selma tropieza con una barrera burocrática para obtener la licencia de trabajo. Las frecuentes visitas al Ministerio de Salud y sus encuentros con la secretaria encargada de recibir las aplicaciones, Nour (Najoua Zouhair), son los más jocosos

del filme.

Para disipar los mitos y creencias acerca de lo que hace, Selma se ve forzada a dar las explicaciones más absurdas. La misteriosa cura mental que provoca el diván no es suficiente para apartar las sospechas de prostitución, por ejemplo. La ignorancia es tal, que su tío Mourad (Moncefr Ajengui) le aconseja no hablar mucho de la foto de Sigmund Freud que cuelga en su oficina: se trata de un judío, al fin y al cabo. Y ni hablar de los prejuicios contra la homosexualidad, tema que también está contemplado con uno de sus casos.

Aunque el tono liviano le puede restar profundidad, la película nos deja cuestionando cuál fue el beneficio real de la Primavera Árabe, y cuáles los logros obtenidos, si es que se puede rescatar alguno. Si Túnez, que supone ser el más avanzado de los que participaron en el movimiento, presenta los problemas socioeconómicos que tiene diez años después, qué podemos esperar de los demás, donde regímenes más autoritarios atentan contra la libertad de expresión y los derechos civiles, en especial los de la mujer y los homosexuales.

La cinta fue ganadora del Premio del Público en el Festival de Cine de Venecia, fue nominada a Mejor Ópera Prima en los Premios César 2020, e hizo parte de la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Toronto.

Terapia a la francesa se estrena en teatros nacionales a partir de septiembre 23.