El 24 de septiembre en su web el Grupo Argos, con inocultable alborozo, informó: “Ciudad Mallorquín recibió la precertificación LEED for Cities and Communities (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés) del Consejo de la Construcción Sostenible de Estados Unidos (USGBC), un reconocimiento internacional por su gestión ambiental, eficiencia energética, movilidad sostenible e impacto social”.

El 30 de septiembre, Héctor Carbonell, en la columna Ciudad Mallorquín, ejemplo internacional de buen urbanismo, incurrió en la rapidez de proclamar que el proyecto recibió la certificación del USGBC cuando solo ha sido precertificado. Basado en su prisa, Carbonell aseguró que el “reconocimiento ubica a Ciudad Mallorquín en el mapa global” como “buen referente de urbanismo”.

El 9 de octubre, tras una conversación telefónica con el USGBC, María Correa y yo enviamos un correo a la entidad con sede en Washington donde dijimos que una validación internacional de Ciudad Mallorquín podría ser interpretada como un espaldarazo a un modelo dañino para el ecosistema. Dijimos que este proyecto ha destruido unas 80 hectáreas de Bosque Seco Basal, ecosistema protegido según el Mapa de Ecosistemas IDEAM (2017) y clasificado como bosque muy seco tropical. Dijimos que estamos frente a un modelo urbanístico impuesto sobre un territorio ignorado como amortiguador natural y zona prioritaria para la conservación. Dijimos que están en curso una acción popular de la Procuraduría General de la Nación ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y una investigación de la Fiscalía Delegada para Asuntos Ambientales.

En ese correo, solicitamos una audiencia virtual que se produjo el 23 de octubre con 3 altos funcionarios norteamericanos del USGBC. Participaron también funcionarios de la Defensoría del Pueblo de Bogotá y Barranquilla y actuó de traductor un arquitecto colombiano residente en Washington.

En esta conversación se reafirmó que al Grupo Argos solo se le ha otorgado la precertificación por Ciudad Mallorquín y que hasta a la fecha no ha efectuado ningún trámite para obtener la certificación. Quedo claro, asimismo, que el USGBC hará un meticuloso estudio de este caso, pues se trata de un organismo que procede con rigor cuando confiere certificaciones ambientales.

Hemos sido muy claros en lo siguiente: el Grupo Argos ha realizado compensaciones ambientales en el Atlántico, pero ellas no subsanan el daño ecosistémico causado en Ciudad Mallorquín. Sería un premio inmerecido una certificación de una prestigiosa entidad ecológica de los Estados Unidos.

@HoracioBrieva