Erasmo de Rotterdam fue un humanista, filósofo y filólogo holandés; Nikolai Fredrik Severin Grundtvig, un maestro, escritor y poeta danés. Jean Monnet, un banquero francés, llamado ‘Padre de la Unión Europea’. Maurya Ashoka, emperador hindú, propagador del budismo, y Juan Comenius, teólogo, filósofo y pedagogo checo. Los cinco tienen en común haber generado, por su inteligencia, conceptos y programas educativos de gran eficacia.
Pues hoy, en el Japón, se está probando Cambio Valiente, un plan piloto que integra valores de esos cinco hombres e intenta romper paradigmas al no querer formar japoneses sino ciudadanos del mundo.
De ello me entera Jesús Guzmán, amigo de noticias como esta que a mí me complace leer en los calores del bicentenario local, lleno de homenajes, banderas, estatuas, alegría y música.
En verdad, se trata de un mensaje de Francisco Javier Abad, decano de la Facultad de Negocios y Ciencias Empresariales de la Universidad de Sabaneta, Antioquia.
En resumen, aquel grupo de educadores decidió, a la luz de la globalización, no preparar japoneses que se miren el ombligo sino que puedan convertirse en seres humanos del planeta Tierra.
En las escuelas donde se empezó a aplicar Cambio Valiente no se rinde culto a la bandera, no se canta el himno, no se elogia a los héroes de la patria. “Los estudiantes no salen de esas aulas creyendo que su país es superior a los demás por el hecho de que es su país. Ni irán a la guerra a defender los intereses económicos de los grupos de poder, disfrazados de patriotismo”. (Pienso en nuestros soldados, en el fanatismo de nuestros odios. Y dicen que Japón es un país machista y tradicionalista).
El programa no es un cursito cualquiera sino un bachillerato potente. Dura doce años y no posee asignaturas de relleno ni impone tareas. Doce años con cinco materias únicas: Aritmética de negocios, Lectura, Civismo, Computación e Idiomas (junto con Alfabetos, Culturas y Religiones).
Al final, cada estudiante hablará cuatro idiomas (inglés, japonés, chino y español) conocerá cuatro culturas (la norteamericana, la japonesa, la china y la española) y sus religiones. Todo esto para que tenga una noción del mundo que lo espera.
Ni crean que solo aprenderán a hacer negocios. No. Serán muchachos que empezarán leyendo una hoja diaria del libro que escojan y terminarán con un libro semanal, 52 al año, ¡624 durante el programa!
Esenciales, los doce años de civismo (y aquí pienso mucho en nuestras ciudades): los estudiantes entenderán y asumirán un respeto total por las leyes y las normas de convivencia, con énfasis en el valor civil, la ética, la tolerancia, el altruismo y la ecología.
El decano Abad hace una advertencia: “¡Contra ellos competirán nuestros hijos y nietos! Y logra un irónico retrato de nuestros jóvenes, “que saben más de los chismes de la TV, de los artistas famosos, que de la Historia; que hablan español más o menos, con pésima ortografía, ignoran sumar quebrados y son expertos en copiar durante exámenes. Chicos que leen, casi sin comprender lo que leen, llamados homo videos: que ya no socializan, estupidizados con el Ipod, las tablets , los blackberries, el facebook, los chats (…) en un claro aislamiento que conocemos como autismo y que atenta contra la libertad, la educación, su autoestima, el respeto a sus padres o prójimo, la solidaridad, la cultura y promueven un egoísmo alarmante”.
Piénselo usted y, si le parece, pase la voz.
Por Heriberto Fiorillo