La Fiscalía General de la Nación atraviesa un momento de negligencia. El país se ahoga en un mar de corrupción. El fiscal Néstor Humberto Martínez no ha dado la cara como corresponde. No ha sido capaz de contestar preguntas concretas ni mucho menos presentar soluciones inmediatas. Reficar y Odebrecht continúan en el limbo. El director anticorrupción, Gustavo Moreno, fue capturado por corrupto. Lo nombró Martínez en octubre de 2016 y a los pocos días estaba gestionando sus hazañas de extorsión. Se supone que la fiscalía debe encontrar a los delincuentes, ¿o los delincuentes se esconden en la fiscalía?
El mayor problema del país no era la guerra, siempre ha sido la corrupción. La manera tan descarada en la que se ha manifestado en los últimos meses da vergüenza. Como afirmó Rudolf Hommes: “el problema no es la corrupción, es el sistema político que la ha engendrado y la hace perdurar”. Aquí todo funciona por medio de favores políticos. Se ganan los cargos según la conveniencia del Gobierno de turno.
El fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, fue elegido por la Corte Suprema de Justicia con la mayoría de votos. El uribismo y el santismo dejaron sus diferencias de lado y no tuvieron ninguna contrariedad con el nombramiento del fiscal Martínez. Qué casualidad que sea un punto que conecte a la Unidad Nacional y al Centro Democrático. A esto se le suma el apoyo que recibe el fiscal de algunos empresarios. Puede que este sea un ejemplo del sistema político al que se refiere Hommes. Ese que procrea y resguarda la corrupción. ¿O estamos manejados por un combo de incompetentes que aceptan que “todo pase a sus espaldas” y les “sean infieles”? ¡Cómo nos ven la cara de tontos!
El senador Jorge Enrique Robledo ha sido fundamental en el debate contra la corrupción. Ha sido opositor de Néstor Humberto Martínez y ha recalcado en la obligación de que se declare impedido en el caso de Odebrecht. Ha puesto al descubierto la relación cercana del fiscal con la empresa financiera más grande del país: Grupo Aval. La firma de abogados de Martínez asesoró al grupo bancario que estuvo asociado con la multinacional brasileña en medio del escándalo.
También hay que agregar la captura del fiscal anticorrupción, Gustavo Moreno, quien extorsionó al exgobernador de Córdoba, Alejandro Lyons, apenas llegó a su cargo. ¿Cómo se le ocurre al fiscal General de la Nación contratar a un personaje que es amigo de varios políticos para investigar a los mismos políticos? ¿Cómo nombró en un cargo, que debe resaltar la honestidad, a alguien que precisamente no es un símbolo de rectitud? Si no es por las autoridades de EEUU, los colombianos no nos daríamos por enterados de tan bochornosos incidentes y Moreno seguiría haciendo de las suyas con la perfecta máscara de fiscal anticorrupción.
Robledo volvió a cuestionar al fiscal Martínez después del escándalo de Moreno. Las denuncias han estado sustentadas con pruebas. Su respuesta es acusarlo penalmente de calumnia e injuria ante la Corte Suprema de Justicia, la misma que lo eligió con la mayoría de votos. Esta acción demuestra la actitud antidemocrática de un fiscal que se niega a aceptar el debate, capaz de silenciar y pisotear la inviolabilidad que protege las opiniones de los congresistas. Este hecho sería típico en cualquier dictadura, pero ¿no se supone que estamos en una democracia?
La fiscalía y todos los escándalos que la rodean parecen escenas sacadas de una película. Los funcionarios superan la ficción, mientras el Fiscal General de la Nación pierde el control… ¿Y Robledo? Esperemos sean respetados sus derechos.
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