El gran desafío de las mujeres es vivir como protagonistas de la transformación social desde la ciudadanía activa, en la cual, se tejen nuevas realidades desde las diferencias, la academia y la riqueza cultural de los territorios.

Por ello, celebro el lanzamiento de la escuela de formación política para Mujeres liderada por la Registraduría Nacional y de la cual, tengo el honor de hacer parte del equipo co-constructor al lado de mujeres valiosas como María Alejandra Sánchez y Aura Peñas y de todos los aliados de diversas instituciones que hicieron parte de la mesa técnica.

La escuela busca visibilizar la importancia de la participación de las mujeres en lo público e inspirar a quienes han entregado su vida y sus esfuerzos a ejercer liderazgos transformadores, por ello, se han estructurado 3 módulos y una fase de mentorías, desde mesas de trabajo en equipo con academia, institucionalidad, cooperación internacionales y organizaciones de base, que abordan en general una fase del ser y la perspectiva de género en la participación política femenina, temas electorales, violencias políticas, paridad, el rol de las mujeres en lo público, su empoderamiento y el acceso igualitario a los derechos; con una visión incluyente y prospectiva de los liderazgos de las mujeres que hagan parte del proceso.

Creo firmemente que las mujeres son lideresas promotoras del cambio que impulsan a otras y otros a reivindicar sus derechos y fortalecer las comunidades, por ello, su participación es fundamental para la gobernanza democrática.

Tal como lo reconoce la Cedaw: “La participación de las mujeres en todas las esferas de la vida social, en igualdad de condiciones con los hombres, es indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país” sin embargo en el mundo entero, ninguna sociedad ha logrado aún totalmente garantizar la plena participación de las mujeres, reconocer y potencializar su liderazgo y representar sus agendas y necesidades en las políticas públicas”.

De este modo, es preciso tener en cuenta, que la participación es un instrumento de la ciudadanía para inmiscuirse en la satisfacción de sus demandas y fortalecer el tejido social. En este sentido, en Colombia la Constitución de 1991, el artículo 103 le da origen a la Ley 134 de 1994, que regulan normas sobre mecanismos de participación ciudadana, iniciativa popular legislativa y normativa; referendo; consulta popular, del orden nacional, departamental, distrital, municipal y local; revocatoria del mandato; plebiscito y cabildo abierto.

En este sentido, al sistema en general y a nosotras nos corresponde lograr la participación con las garantías para el libre despliegue de nuestras capacidades. Es relevante hacer referencia a Rebeca Grynspan (UNDP 2009) quien afirma que “la equidad de género no es un asunto de mujeres sino de desarrollo”. Y añado algo, la participación política con enfoque de género debe garantizar tres elementos: inclusión, representación y paridad.

Asimismo, considero importante cerrar esta reflexión haciendo referencia a Michelle Bachelet quien, en su discurso en el Encuentro Internacional de Mujeres en Chile, manifestó que: Será el siglo de las mujeres”. De ahí que se necesitan más mujeres en espacios de poder que garanticen una representación igualitaria; mujeres que utilicen su poder para escuchar, hacer alianzas y que construyan democracia. Y ante estos retos indicó que, aunque no será fácil, están llamadas a trabajar para derrotar la desconfianza… Fuerza y coraje para seguir en la política porque sus países las necesitan”.

Por todo esto, esta escuela y todas las iniciativas que favorezcan la participación de las mujeres son fundamentales en la apuesta por la real paridad en la política, haciendo honor a la frase de Michell Bachelet “Cuando una mujer entra en política, cambia la mujer. Cuando entran muchas cambia la política”. Sin duda ¡es nuestro tiempo!