
“Capturado el temido delincuente Pedro Pérez, alias Pedro”. ¿Es correcto que el alias de alguien sea su propio nombre? Mauricio Restrepo Mejía, B/quilla
Un alias es la denominación que se le da a una persona como alternativa a su propio nombre. No siempre es impuesta para eludir la acción de las autoridades, porque esos alias no encubren nada, pues así sean motes guerreros, o por eso mismo, pronto son conocidos. Los alias pueden adquirir características genéricas de nombre propio y, en tal caso, acompañan o reemplazan al verdadero. Se burlan de un aspecto físico o son irónicos, pero también pueden ser afectuosos, políticos, cómicos, estéticos… En una banda de maleantes, cualquiera de sus integrantes puede ser llamado con un alias, pero si no cuenta con uno lo llaman con el nombre con que fue registrado, porque para ser delincuente no es condición sine qua non tener uno.
Leí una nota sobre Mario Vargas Llosa. Del escribidor la autora dijo que conoce bien el anacoluto, lo cual le facilita hablar editado y sin guardarse nada… José Antonio Moreno Armella, Guayaquil
En sentido estricto, un anacoluto (¡extraña palabra!) es una frase mal construida, sobre todo al hablar, o dos que son correctas separadas, pero que unidas forman un yerro. Un ejemplo clásico es el refrán “quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”: las dos frases separadas son correctas, pero cuando se unen no lo son porque no se dice a quién cobija la sombra. El dicho debe ser “a quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”. Otro ejemplo: “Ella y yo nos atrae ese tipo de cine”. (“A ella y a mí nos atrae ese tipo de cine)”. Es decir, el anacoluto es una incoherencia del lenguaje, una ruptura de la sintaxis, y, como tal, debe evitarse con gran rigor, máxime cuando en el habla, incluso en la ilustrada, es habitual. Lo que quiso decir la autora del artículo es que Vargas Llosa, extremadamente culto, conoce tanto el anacoluto que es un imposible categórico que diga una frase deshilvanada en una entrevista.
¿En la Costa, de dónde viene la frase “lavar los chismes”, cuando en otras partes dicen “lavar la loza” o “los trastos?”. Héctor Iglesias S., B/quilla
‘Chisme’ tiene dos sentidos principales, y, según Corominas, hay constancia escrita del uso de los dos desde 1495, lo que implica que la frase que usted menciona es de vieja data. El primer sentido es ‘noticia falsa que se rumorea’, y el segundo ‘trasto insignificante’. El origen del primero es incierto, no así el del segundo, que parece provenir del latín cīmex ‘niñería, cosa despreciable’, que luego dio chisme, que significaba ‘chinche’, el insecto parásito. Por ser este una sabandija peligrosa e insignificante y carecer de interés, ‘chinche’ o ‘chisme’ –sobre todo la última– son palabras que sirven para designar un utensilio o un conjunto de cosas de poco valor, más allá de que puedan ser necesarias y útiles para algún objetivo menor. Por eso hay chismes de costura, de baño, de cocina…
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