¿De dónde viene la palabra bololó? María Francisca Gómez, B/quilla
Bololó es palabra de origen africano, usada en el Caribe, sobre todo en Colombia y en Venezuela, aunque en este último país se dice bululú, que es más preciso, pues así también se dice en el idioma kilongo o kikongo o kongo, de donde se tomó con el significado de ‘diálogo con los dioses’. El kilongo es una de las lenguas bantúes que llegaron a Cuba, hablada hoy en Angola, en la República del Congo y en la República Democrática del Congo (estos últimos son dos países distintos). El lingüista Tobón Betancourt dice que bololó primero significó fiesta, pero que, por terminar las fiestas en desórdenes o baraúndas, cobró la acepción de alboroto, tumulto, pelea o escándalo sin control.
Al inicio de Cien años de soledad hay un error. No debe ser “el coronel había de recordar”, sino “habría de recordar”. Luz M. de Gil, Barranquilla
Desde 1967, año de aparición de la novela, esta ha sido una discusión recurrente. A García Márquez, que era cuidadoso en extremo –aunque en ocasiones fallaba, tal como lo reconoció varias veces–, no se le iba a pasar un error en la primera página de una de sus obras, en ese momento, precisamente, la más ambiciosa. No es ‘habría de recordar’ porque ‘habría’ es un condicional o expresión de que algo puede ser o no ser; es decir, con la frase se enunciaría una posibilidad futura y no un hecho cierto, como lo había sido el conocimiento del hielo. En cambio, al escribir ‘había de recordar’ se narra un hecho futuro que hace referencia a un pasado, lo que equivale a decir ‘el coronel iba a recordar (o recordaría)’. Y es aquí, en la referencia del narrador al ‘pasado de un futuro’, donde está el supuesto enredo de la frase. Es decir, cuando el coronel estaba frente al pelotón de fusilamiento, que es el futuro aludido al inicio de la obra, ‘iba a recordar’ o ‘había de recordar’ el día que su papá lo llevó a conocer el hielo, que es el pasado. Un recuerdo indefectible, trascendental…
¿La expresión ¡manda huevo! es un costeñismo? Daniel Ángel, Bogotá
Tiene origen en el latín. En este idioma, la palabra opus significa obra, pero también significa necesidad, y por eso, en relación a cómo debían interpretarse los hechos, existía el dicho mandat opus! ‘¡la necesidad manda! o ¡la necesidad obliga!’. Cuando vocablos latinos de la misma raíz tienen la letra ‘o’ y pasan al español, esa ‘o’ permanece tal cual o se transforma en ‘ue’, y por eso decimos óseo y hueso, horticultura y huerto, oquedad y hueco, y por eso opus pasó a uebos cuando la ‘o’ cambió a ‘ue’ y la ‘p’ se sonorizó como ‘b’. En consecuencia, en el ámbito judicial español, donde se usaba, la locución dejó de ser mandat opus! y se convirtió en ‘¡manda uebos!’. Como muchos ignoraban que la palabra uebos existe, en aras de la buena ortografía escribían ‘¡manda huevo!’. Hoy la locución denota asombro, molestia o indignación, aunque a veces disuena por las asociaciones que permite.
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