P.: Oí que la menstruación es símbolo del poder femenino. ¿Por qué habría de serlo? Martacé, B/quilla. 

R.: Respondo no acudiendo a asideros científicos, sino a una anécdota sorprendente. La leí hace muchos años en La formidable Djuna Barnes, biografía de la escritora de la Generación Perdida, de Andrew Field, y dice así: “Malcolm Cowley y Djuna [se pronuncia /diú-na/] empezaron a discutir sobre los méritos relativos de los órganos sexuales masculinos y femeninos. Cowley afirmaba que los hombres eran superiores porque podían orinar de pie y escribir sus iniciales en la nieve, a lo que Djuna respondió: ‘¡Y yo puedo menstruar!’ ”. Al final, ella, “en actitud soberbia”, se fue. Con esa postura colérica, alimentada por la previa hostilidad, Djuna expresó la diferencia que entre los sexos establece la menstruación, evento que, junto a sus casuales consecuencias, es decir, el embarazo, el parto y la crianza, es un enigma que proyecta sobre lo masculino una superioridad femenina radical, considerable y necesaria en cuanto a la perpetuación de la vida. Por eso, la menstruación se presenta con regularidad, como los ciclos lunares, que son la vida, que indican la vida, que son la escritura de la vida… 

P.: ¿De dónde viene la expresión “echarse la leva”? Carlos Mazeneth, Manizales.

R.: En diccionarios de colombianismos, figura con el sentido de “no asistir a clases”. En el diccionario académico aparece ‘levar’, una de cuyas acepciones es ‘huir, moverse, irse’; y está también ‘leva’ como enrolamiento obligatorio de presos, vagos o facinerosos para que estuvieran al servicio del Estado o del ejército. Aunque había abusos, muchos preferían este alistamiento –que también llamaban “leva forzosa”– porque entonces la vida les resultaba mejor que en una prisión, y era mayor la posibilidad de evadirse, esto es, de “echarse la leva”. 

Notas:

1. Sobre mi comentario acerca de Teófilo hace dos semanas, Luis Rubio De la Hoz me dice: “… no comparto su respuesta sobre el caso de Teófilo Gutiérrez. No creo que por señalar un error de expresión se le vaya a desconocer sus calidades deportivas. Pienso que estos futbolistas se convierten en hombres públicos y, por lo tanto, están en la obligación de manejar correctamente el lenguaje. Es muy probable que esos errores se escuchen en las instituciones educativas y puedan repetirlos los estudiantes. Se lo digo en calidad de docente. No es bueno que en términos generales se siga conservando la idea, errónea, por supuesto, de que nuestros deportistas sean algo menos que ignorantes o analfabetas”. 

2. A propósito de las distintas maneras de escribir que existen, a las que me referí la semana pasada, Lily Katz, me aclara: “… hoy encontré un error en la respuesta a la primera pregunta, en la que dices que los judíos y árabes escribimos de derecha a izquierda. En realidad, los judíos que escriben de derecha a izquierda son solo los judíos israelíes y no los judíos en general”.

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