Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día, y mucho menos cuando esté en la Alcaldía”. Con esta oración, Joao Herrera Iranzo, el recién posesionado burgomaestre de Soledad, se encomendó a los arcángeles en la media noche del 31 de diciembre, horas antes de asumir ese feroz potro salvaje que es la administración de la segunda ciudad del Atlántico.
Y Rafael, Uriel, Miguel y Gabriel lo han rodeado. Tanto, que la delincuencia le intentó dar un golpe para estrenárselo apuntándole a una de las imágenes icónicas de la histórica y patrimonial iglesia de San Antonio de Padua, santo patrono de esa comunidad. Como se sabe, el primero de enero en la madrugada, cuando la gente celebraba el nuevo año, los ladrones se llevaron del templo la figura de un ángel que está a la entrada del templo.
Y lo hicieron en un motocarro para estar a tono con el transporte más popular de Soledad, en donde esos intrépidos y anárquicos vehículos les quitan la respiración a las autoridades, pero resuelven barato la movilidad de los ciudadanos.
El ángel fue esculpido hace más de un siglo y es uno de los dos donados a principios de los años 30. El otro ángel “se perdió” hace 20 años. Ambos son de mármol de Carrara y tienen un metro con 50 centímetros de altura.
Como San Antonio de Padua es el patrono de las cosas perdidas, los soledeños y la policía entablaron poderosas cadenas de oración pidiéndole al mismo santo que se hiciera el milagro de aparecer, o mejor aún: de ser devuelto por los ladrones, como en efecto ocurrió.
No se sabe si fue robo, del cual se arrepintieron los que cometieron el hecho, considerado un sacrilegio por el párroco y el alcalde. O si fue un secuestro, como lo había planteado Herrera Iranzo. Y si fue así especulamos que el monto de lo pagado ascendió a los $5 millones ofrecido por la Alcaldía.
Ante el presumible “secuestro”, la administración municipal había ordenado un operativo de rescate sin precedentes para una escultura en la historia del arte religioso criollo. Primero, la foto del ángel estaba distribuida en todo el municipio para que la ciudadanía diera aviso a las autoridades en caso de avistarla. Y luego, policíacas interferencias telefónicas de las que no se conocen los resultados. Aunque el ángel apareció, el robo no fue tan simple y hay gato encerrado porque se conocieron dos contradictorias versiones del celador de la iglesia, en donde la Gobernación adelanta obras de restauración.
Pero mientras la custodia de Badillo de la célebre canción de Escalona nunca fue encontrada, el ángel de la iglesia San Antonio de Padua apareció para regocijo de la ferviente feligresía de la capital del merecumbé, la butifarra y algunas mañas. Por lo pronto, es un buen presagio que el primer escandaloso delito cometido este año en Soledad hubiese tenido el final que tuvo. Un final de ángeles.
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