Una persona puede sobrevivir días sin dormir, más de un mes sin comer, aproximadamente cinco días sin tomar agua, pero sin respirar la actividad cerebral no dura más de cuatro minutos. A pesar de ello, estamos muy atentos a lo que comemos y bebemos, pero respiramos automáticamente sin darnos cuenta de la trascendencia que tiene para nuestras vidas.
“Muéstrame cómo respiras y te diré cómo vives”, dice el psicólogo Juan Diego Duque, porque la respiración está relacionada con todos los procesos vitales. No obstante, no utilizamos todo nuestro potencial respiratorio. Por ejemplo, nos han enseñado a respirar con el pecho, lo que impide utilizar toda la capacidad de los pulmones. En cambio, deberíamos respirar con el abdomen. Además, estamos acostumbrados a pensar, sentir, actuar y luego respirar, por lo que nuestros sentimientos y acciones son consecuencia de nuestros pensamientos que nunca se detienen. La respiración es el único proceso vital sobre el cual podemos tener algún tipo de control consciente. Por lo tanto, si controlamos nuestra respiración, podemos calmar nuestros pensamientos y actuar y vivir de una manera más armoniosa.
Numerosos estudios han demostrado el impacto positivo de técnicas relacionadas con la respiración en la reducción del estrés, ansiedad, depresión y enfermedades. Una investigación publicada en la revista PLOS ONE en el 2015, muestra que las personas que recibieron entrenamiento en dichas técnicas redujeron significativamente el uso del sistema de salud, en comparación con un grupo de control que no recibió el entrenamiento.
Con el propósito de que niños y jóvenes accedan a estas herramientas y sus beneficios, el Instituto de Medicina para la Mente y Cuerpo Benson-Henry, del Hospital General de Massachusetts, ha desarrollado un programa de entrenamiento en técnicas basadas en la respiración para instituciones educativas que ha sido implementado en varios colegios y universidades de Estados Unidos. Manifiestan que aquellos estudiantes que han participado del programa han mejorado sus calificaciones, su autoestima, la memoria, su asistencia a clase, se sienten menos estresados y se han vuelto más autónomos.
En un país como Colombia, donde, según la encuesta nacional de salud mental del 2015, más del 15% de los jóvenes de 12 a 17 años presentan síntomas de depresión, resulta primordial el aprendizaje de herramientas para reducir el estrés y mejorar la salud emocional. Incluir la enseñanza de técnicas de respiración en los colegios puede ayudar a prevenir afecciones mentales y físicas, y trae consigo un sinnúmero de beneficios a niños y jóvenes de una manera costo efectiva; además ayudaría al sistema de salud a ahorrar pesos. Debemos abordar el bienestar de una manera integral, ubicando la salud mental y, por ende, la felicidad en el corazón de este propósito.
@DCepedaTarud
Daniela@cepedatarud.com
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