Suena el despertador a las 5:30 am, presiona el botón de posponer y, al ver de nuevo la hora, salta de la cama como un resorte. Se alista para hacer ejercicio, al finalizar su rutina desayuna rápidamente, lee el periódico y se prepara para iniciar el día laboral, el cual se desarrolla, casi siempre, en contrarreloj, como si el tiempo nunca alcanzara; atendiendo llamadas, asistiendo a las reuniones, trabajando en el computador, los pensamientos van a mil por segundo, la entrega, la deuda, los problemas…. ¡Silencio!

En medio del bullicio de cada día ¿tenemos por lo menos un espacio de silencio? Paradójicamente, es en el silencio en donde encontramos muchas respuestas y nos recargamos. Como dice el escritor noruego Erling Kagge “el silencio debe hablar y uno debe conversar con él y utilizar el potencial que posee”. Sin embargo, evitamos el silencio como si le tuviéramos miedo. Pero el silencio siempre está ahí dentro de nosotros, incluso en medio del ruido.

Te propongo el siguiente ejercicio: cierra los ojos, observa cómo tu abdomen se expande y se contrae, concéntrate en la respiración y continúa haciéndolo por un minuto. Esta es una técnica de relajación muy sencilla, que nos permite hacer una pausa, aclarar los pensamientos y tener un momento de silencio entre el bullicio que invade los días. Hay un sinnúmero de técnicas de relajación, de respiración y de meditación que nos ayudan a hacer una pausa de silencio. Que importante sería que los niños crearan este hábito desde el colegio. Para esto hay una gran variedad de programas en el mundo que han demostrado ser exitosos en sus resultados.

Uno de ellos es Quiet Time (tiempo silencioso), el cual es promovido por la fundación David Lynch y ha sido implementado en colegios alrededor del mundo como Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Uganda y Bali. Este consiste en incluir en la jornada estudiantil dos períodos de 15 minutos al día para practicar la técnica de meditación trascendental. Un gran número de investigaciones han sugerido que el programa tiene efectos significativos en la reducción del estrés, ansiedad, hostilidad, depresión y suspensiones; y en la mejora de la salud, inteligencia, memoria, tolerancia, asistencia, desempeño académico, creatividad y autoestima, entre otros.

Un ejemplo de una escuela que lo ha implementado con éxito es Visitacion Valley en San Francisco, California (USA), la cual se encuentra ubicada en un contexto con severas problemáticas sociales. Entre los impactos del programa encontramos: reducción del índice de suspensión en un 79%, el 41% de los estudiantes mejoró su desempeño en matemáticas, en contraste con un 15% en el grupo de control, se incrementaron las competencias socioemocionales y también mejoró la autoestima y se redujo la ansiedad. Hace algunos meses, en el marco de la pandemia, se evidenció la agudización del problema ya grave de la salud mental en Colombia y comenté en una de mis columnas sobre la importancia de que se abordara la problemática desde las instituciones de la sociedad, entre ellas los colegios. El caso que aquí expongo es solo un ejemplo de una estrategia que, sin duda, es costo efectiva y que logra impactar, junto a la salud mental, el bienestar, la convivencia y desempeño estudiantil, lo cual sin duda alguna se verá reflejado en nuestra sociedad del presente y del futuro. Aprovechemos ese infinito potencial que nos ofrece el silencio.

Daniela@cepedatarud.com

@DCepedaTarud