La Región Caribe con Barranquilla a la cabeza tiene la bien ganada mala fama de ejercer en forma perversa la política. Si esto era un rumor generalizado, el destape de la Casa Blanca y la condena de Aída Merlano, confirmó con creces que este tipo de corrupción era una realidad innegable. Las ramificaciones de este escándalo con capítulos de una telenovela en la cual se confunden el amor con el odio y la venganza han llegado hasta el punto de convertirse en un verdadero callejón sin salida para el presidente Duque y para los partidos involucrados: el conservador en cabeza de los Gerlein, y el de los Char, que se mueve en varias ideologías que van desde el uribismo hasta el Duquismo pasando por el Vargas Llerismo. Cuando estos últimos estaban a punto de coronar ubicándose con la cabeza del Senado en el panorama nacional, se le presenta a la región y al país, una oportunidad de oro.
Aída Merlano tiene que hablar. Cómo y dónde debe definirse a la mayor brevedad en vez de seguir con frases curiosas en boca del presidente, que parecerían tratar de mezclarle folclor a algo supremamente serio y fundamental para la democracia colombiana. A diferencia de otros escándalos especialmente cuando suceden no en la capital de esta Colombia centralista sino en una de sus siete regiones, en esta ocasión no se quedó en lo local sino que el país entero lo sigue minuto a minuto. Las razones son muchas: los miles de millones de pesos involucrados; la confirmación innegable de cómo con dinero se compran abiertamente conciencias en las elecciones y tal vez lo más preocupante, la posibilidad de que lleguen personas vinculadas a esta perversa red a altas posiciones nacionales.
Por todo lo anterior y mucho más, las declaraciones de Aída Merlano deben tomarse en la Región Caribe como una única oportunidad de limpiar el ejercicio de la política en esta parte del país. De borrar esa imagen que tanto daño le ha hecho a su gente, honesta, crédula que ha confiado en unos líderes que no han sido capaces de responderle sino a unos sectores y no a la masa de pobres de esta parte del país. Cómo puede ser que el Caribe, lleno de gente valiosa, de recursos naturales, de universidades prestigiosas aparece junto al Pacífico que tiene tantas limitaciones, en cuanto a los indicadores sociales. Un liderazgo político más preocupado por ampliar su poder pensando solo en las elecciones y no por la situación de la gente que los elige, explica estas realidades que nos debían avergonzar. Por ello, somos nosotros los de esta parte del país, los que más debemos solicitar que Aída Merlano hable, destape de una vez por todas a sus socios en esta empresa criminal que ella protagonizó con renombrados apoyos. Surgirían nuevos liderazgos que de verdad entiendan que el poder político es para hacer el bien especialmente para quienes más lo necesitan. Por favor, no perdamos esta oportunidad de lavarle la cara a nuestra región y de desenmascarar a aquellos que han contribuido a este ejercicio perverso de la política.
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